Carolina Cortez es una joven de 37 años directora creativa y cofundadora de la marca tres hilos una empresa que ofrece accesorios de moda para mujeres elaborados cuidadosamente a mano y cuya calidad los ha llevado a prestigiosas boutiques de España, México, Barbados, Panamá, Estados Unidos y otros países. Ganadora del Premio a la Iniciativa Privada organizado por ANEP, la joven está colmada de sueños y ganas de seguir creciendo.
Aretes, brazaletes, collares, camisetas con frases de empoderamiento tejidas a mano, chaquetas de jeans bordadas y una oferta que sobrepasa los 100 productos distintos es parte de lo que ofrece tres hilos, un emprendimiento creado por Carolina, su socia Alessandra y un grupo de mujeres artesanas que se fueron sumando a su proyecto.
Sus piezas elaboradas cien por ciento a mano con cristales, piedras naturales, hilos y más, gozan de tal calidad que luego de tocar varias puertas han logrado colarse en prestigiosas tiendas de California, Panamá, Barbados, España y Miami. Incluso en una boutique ubicada en Design District en la que venden en Miami, una artista latina muy reconocida compró 7 pares de sus accesorios.
Carolina cuenta además que acaban de cerrar trato con una óptica mexicana que les comprará los collares para lentes hechos también en su taller.
Orgullosa del camino logrado, la joven, que es el cerebro creativo del proyecto, no duda en darle el mérito a su equipo, un grupo de doce mujeres, cinco que trabajan dentro de la empresa con ella y otras que pertenecen a una comunidad en Ilopango.
Carolina insiste, que las mujeres son las verdaderas artistas y a ellas y a su amiga Alessandra que también es su socia, les debe cada éxito alcanzado.
Su emprendimiento acaba también de obtener uno de los galardones del Premio a la Iniciativa Privada organizado por la Asociación Nacional de la Empresa Privada, ANEP, que consiste en capital semilla y que la joven ocupará para comprar materia prima.
La emprendedora acaba de lanzar una nueva colección y ya está preparando la de fin de año, así que el premio, el cual considera una bendición, le servirá para comprar más insumos y garantizar el empleo de sus talentosas colaboradoras.
Para ella uno de los mayores logros de su emprendimiento es precisamente dar a conocer el talento afuera de las fronteras. “Yo me siento feliz de demostrar que, en El Salvador, también hay moda, también hay diseño y también hay gente que trabajamos bien, con mucho talento”, explica.
Conseguir que sus piezas se vendan en reconocidas boutiques extranjeras no fue fácil, cuenta, llegó a mandar hasta 100 correos con su catálogo y le respondían tres, pero eso le bastaba para seguir luchando.
Sus productos también se venden en prestigiosas tiendas de moda en El Salvador y a través de sus redes sociales, ya trabaja incluso en su página web y en abrir un espacio de compra virtual, otro de sus sueños.
“Los tropiezos traen aprendizaje”
Desde niña a Carolina, la menor de tres hijos, le gustaba combinar prendas de vestir con accesorios como collares o brazaletes, jugaba a experimentar con la moda y su familia, estaba segura de que ese sería el camino elegido por la joven.
Hija de un ingeniero químico que siempre le inculcó el “hacer las cosas bien y con honestidad” y el valor de trabajar en equipo, y una psicóloga que laboró en organismos internacionales y educación , Carolina conoció de la pobreza y las desigualdades y siempre tuvo claro que quería montar una empresa que permitiera a otros, particularmente a las mujeres cambiar sus condiciones de vida.
Su madre, que es una académica y experta en elaborar proyectos le revisó el plan de trabajo y la joven asegura que fue clave para que el proyecto aterrizara de manera correcta y el inicio, aunque difícil, tuviera una estructura.
“Yo quería crear un proyecto de emprendimiento social, quería contratar mujeres que no estudiaran ni trabajaran y capacitarlas en la confección de accesorios hechos a mano para que obtuvieran la oportunidad de tener una fuente de empleo ético, así empezó la idea”, recuerda.
Amante de la naturaleza, los animales y la playa, a la que acude a recargarse de energía e inspirarse para sus diseños, la joven está convencida que las mujeres debemos ser solidarias entre sí y bajo ese principio, sus colaboradoras son para ella tanto aprendices como maestras.
Carolina que estudió relaciones públicas y marketing digital y estratégico lanzó ¨tres hilos¨ en marzo de 2018 el apoyo de su socia, colaboradoras y familia fue clave para el éxito de la marca. “No teníamos idea clara de qué queríamos hacer o más bien cómo hacerlo y todo fue un aprendizaje continuo, bien bonito, porque todo lo que somos ha sido fruto de un crecimiento orgánico, fuimos aprendiendo en el camino, aquí en el taller todas juntas…”.
Aunque tres hilos ha tenido varios tropiezos, Carolina se confiesa una optimista nata, que, si se cae, se sacude, se levanta y sigue adelante.
“Aun el día más malo vale la pena cuando estás haciendo algo que de verdad te llena, no me imagino haciendo otra cosa”, afirma convencida.
Ella asegura que a su emprendimiento le ha pasado de todo y algunas situaciones le han llevado hasta las lágrimas, pero siempre con el apoyo de amigos, colaboradores y su familia, ha sabido levantarse.
Hace mes y medio, por ejemplo, le hackearon todas sus redes sociales y perdió más de diez mil seguidores que eran clientes fieles de su marca, y luego de días críticos con la pandemia, sintió que flaqueaba, pero se levantó rápido y lo tomó como una lección. Hoy tiene asegurado todo y agradece la empatía de clientes, seguidores y colegas.
Sabe que vendrán más tropiezos, pero cree que cualquier emprendimiento, sin importar su tamaño se fortalece a través de los errores y crece, y que siempre hay aprendizaje en cada proceso.
“Yo lo que les diría a otros emprendedores que quieren emprender es que para empezar ningún negocio es pequeño y hay que ser bien perseverantes y resilientes, no va a salir a la primera. Otra cosa bien importante es que no puedes esperar saberlo todo, ni creer que lo sabes todo, porque se aprende en el camino. Yo creo que parte de la clave del éxito es estar abiertos para escuchar consejos y rodearse de la gente experta en cada área”, afirma convencida la emprendedora. Otra cosa muy importante es que en los momentos más difíciles recordarse de los motivos por los cuales comenzamos a tejer nuestros sueños nos da fuerzas para seguir adelante.
Carolina está orgullosa del camino andado y ya piensa en invertir en innovación, ampliar el taller, comprar máquinas que le permitan producir piezas de tela, que por ahora le elaboran afuera, pero eso sí, conservar la esencia del emprendimiento, que es el trabajo hecho a mano, ahí dice está la magia de tres hilos.