En medio del encierro producto de la pandemia Xochilt Díaz, una joven psicóloga de 30 años encontró en la elaboración de pastelitos de piña una forma de lidiar con las tensiones y la ansiedad. Hoy, esa especie de terapia se ha convertido en un emprendimiento que le genera ingresos y mucho entusiasmo.
Xochilt es una emprendedora nata y además una apasionada de la elaboración de postres. Lo primero le viene de su madre que aunque se dedicó a cuidarla a ella y a sus tres hermanos, siempre ideó alternativas de negocios para generar ingresos para el hogar. Sus hermanos y la misma Xochilt, hicieron lo mismo.
Lo segundo le viene de sus abuelas, Lucía y Leticia que le heredaron la habilidad para elaborar pan dulce y postres.
Desde los ocho años Xochilt se colaba en la cocina y ayudaba a sus abuelas a elaborar pastelitos de piña y de dulce de leche o tortas pasteleras y siguió haciéndolas como pasatiempo cada vez que a alguien de la familia se le antojaban.
Más tarde estudió una carrera universitaria y se alejó un poco de la cocina para intentar abrirse camino en otra de sus pasiones, la educación infantil.
Sin embargo, cuando llegó la pandemia Xochilt regresó a los aromas a canela, leche y jengibre y a la manipulación de las harinas como una alternativa para escapar del estrés y el encierro, al que, como muchos, se vio obligada.
La necesidad de reinventarse
La joven sicóloga creó hace dos años un club de tareas al que llamó Pequeñines y que funcionaba bastante bien y le daba los ingresos necesarios para mantenerse, sin embargo como a muchos la crisis de la COVID-19 le dio vuelta a sus planes.
“Siempre tuve eso que mi mamá me enseñó de trabajar con algo propio y hace dos años fundé mi emprendimiento y había ido bien hasta que llegó la pandemia. Yo traté de digitalizar todo pero los niños ya no soportaban un club de tareas en digital, luego de pasar horas en sus clases normales y eso hizo que me decidiera a cerrarlo”, contó la joven.
Graduada de psicología dice que su pasión siempre ha sido enseñar, pero sin ingresos propios se integró al negocio de sus hermanos, una agencia digital pero eso la obligó a pasar encerrada por horas en casa.
La ausencia de contacto con los pequeños a los que daba refuerzo escolar y les enseñaba a leer y escribir y el no poder salir a ningún lado, la hizo que se volcara a la cocina, otra sus pasiones. Desempolvó las recetas de su familia, buscó otras en Internet y se dedicó a elaborar pan para relajarse.
“Al principio comencé haciendo pastelitos para la casa y ponía en mis redes los resultados de lo que hacía y luego comenzaron mis amigas a pedirme y llegaron encargos más y más grandes, hasta que sin querer, se convirtió en un negocio y va muy bien”, contó orgullosa.
El emprendimiento al que bautizó Totys (derivado de su hombre) Bakery, cobró vida en agosto pasado y Xochilt ha ido innovando en la elaboración de productos y ha encontrado que el arte de los postres no solo la relaja sino que además le plantea la posibilidad de generar ingresos,
Hoy además de los pastelitos, elabora roles de canela, pie de maracuyá y limón, donas, alfajores de colores, Berlinesas, galletas de jengibre y chocolate, entre otras delicias y recibe no menos de diez pedidos por semana.
La joven está segura que esta es la temporada más fuerte y ya se está lista para dedicar seis horas o más diarias a la cocina. Por ahora toma pedidos por encargo con dos días de anticipación y asegura que ha encontrado una pasión muy especial en lo que hace.
“Yo busco siempre innovar, hago postres diferentes, por ejemplo los alfajores les coloco color o figuras y las donas tienen también un toque muy particular”, explicó.
Xochilt no descarta volver a la sicología pero está consciente que debe esperar las decisiones que tome el Ministerio de Educación y los colegios para decidir la forma como ella implementará su modelo.
“Yo no quisiera dejar de trabajar con niños, me encanta, pero sé que debo pensar bien como seguir con ese emprendimiento, pero gracias a Dios y tal como mi mamá me enseñó ya encontré en la panadería otra alternativa que además de darme ingresos, me apasiona”, contó.
Ya está haciendo planes para expandir su venta y la variedad de productos. “Me gustaría comenzar con un kiosco en un centro comercial vendiendo mis pastelitos y el resto de productos y luego quizá hasta montar un café”, planteó orgullosa.