Mauricio y Luz María son una pareja de pequeños empresarios que elaboran calzado artesanal y que como la mayoría sufrieron el impacto económico de la pandemia. Sin embargo, aunque no han alcanzado a facturar ni el 30% de lo que hacían por mes aseguran que seguirán echándole ganas.
En marzo debido a las restricciones dictadas por el Gobierno producto de la emergencia la fábrica de calzado Tagat (hombre en Nahuatl), propiedad de los esposos Lara, paró operaciones.
Como la mayoría de salvadoreños los pequeños empresarios desconocían cuánto duraría el cierre y esperaron con paciencia.
Con los ingresos a cero, la planta parada y un prolongado confinamiento, los esposos Lara se vieron obligados a mandar a sus 20 empleados a casa desde marzo y esa, dice don Mauricio, fue una de las decisiones más difíciles que les tocó tomar.
“Fue fuerte el impacto económico, pero lo más duro fue mandar a los trabajadores a la casa, son colaboradores que tienen ratos de estar con nosotros, platicamos con ellos y mi reconocimiento es para ellos que aceptaron que había crisis”, contó don Mauricio.
Les pagaron salarios hasta mayo y ocuparon el fondo del año destinado a capital de trabajo para lograrlo, pero luego ya no pudieron más.
Fueron meses duros, pero la pareja asegura que se las ingeniaron para vender a través de redes sociales, un canal que ya conocían, pero que explotaron con fuerza en los momentos de mayor crisis.
Hoy llevan un poco más de un mes de haber vuelto a la tienda y ya incorporaron a sus colaboradores de nuevo a la planta de calzado, pero la apuesta para ellos es volver a vender sus populares botas como en la mejor época, hoy no alcanzan ni el 30% en ingresos y están conscientes que hay crisis para rato.
“Reactivarse también será duro, mire aquí (en el centro comercial donde está ubicada la tienda) hay montón de locales vacíos, emprendimientos que quebraron y eso asusta, pero nosotros vamos a seguir luchando”, contó el emprendedor que a sus 71 años, asegura que seguirá empujando la empresa, porque de ella dependen al menos 20 familias.
“Nos sostuvimos en los peores días, claudicar no está en nuestro vocabulario, en nuestra forma de ser y trabajar. Creemos que podemos salir adelante y no vamos a perder la esperanza”, aseguró don Mauricio.
Tagat, 24 años haciendo botas
Don Mauricio Lara llegó al negocio del calzado casi por casualidad, él siempre se había involucrado en tareas de administración y mercadeo- lo que es su oficio-.
La familia de su esposa Luz María en cambio, eran dueños de una tenería en Santa Ana y fueron quienes invitaron a Mauricio a participar en labores administrativas de una fábrica de calzado con la que la tenería estableció un contrato.
Luego el taller de pieles cambió de dueños pero don Mauricio asegura que la fabricación de zapatos ya lo había cautivado.
En 1996 convenció a Luz María y compraron dos máquinas, contrataron tres empleados- un cortador, un pegador de suela y un costurero- e iniciaron la aventura de crear la empresa a la que bautizaron como Tagat.
Como típico hombre de negocios, mientras en la modesta fábrica, instalada en un local alquilado, se hacían las botas, don Mauricio recorría el país visitando almacenes y pequeños negocios para ofrecerlas.
Más tarde, el primer local les quedó chico y comenzaron a diversificarse porque entendieron que el mercado femenino era más rentable.
Se instalaron en un espacio más grande y con los años y gracias a que una prestigiosa cadena de tiendas del país les compró zapatos por más de una década, llegaron a tener su época de oro, tanto así que compraron un terreno y con mucho esfuerzo construyeron una planta de producción que logra sacar al menos 100 pares de zapatos por día (según el estilo).
De la tradicional bota de trabajo, cada año han ido innovando y sacando al mercado nuevos productos, con la intención de algún día venderlos en el extranjero.
“Llevamos cinco años que dimos el giro de una bota más casual, hacemos para dama y caballero y estamos haciendo bota de seguridad con cubo. Tratamos de ir innovando y ofreciendo cosas nuevas, pero no dejamos de lado lo que nos hizo crecer, la bota y calzado para trabajo”, contó doña Luz María.
Este 2020, don Mauricio y doña Luz querían abrir un local en San Miguel, ya habían hecho negociaciones con tenedurías mexicanas para comprar cuero a ese país y la idea de exportar era algo en lo querían incursionar, pero la pandemia les cambio los planes.
Debieron por ejemplo impulsar la venta en redes sociales y su prioridad es terminar de afinar su tienda digital, de la que se encargará doña Luz.
La pareja tiene cuatro hijos, pero tres viven en el extranjero y no participan en Tagat, pero los esposos creen que hay que darles libertar de elegir lo que los haga felices, además, para ambos, estar juntos empujando el emprendimiento, ha fortalecido el matrimonio. Llevan 38 años de casados.
Mientras se preparaban para participar en una feria de emprendedores el fin de semana, don Mauricio aseguró que seguirán esforzándose para sacar adelante el negocio y eso, dice, es la responsabilidad de cada salvadoreño.
“Lo importante es que nadie se rinda, que pensemos todos en un solo país y que tengamos el sentimiento de que entre todos lo tenemos que sacar adelante, hay intereses personales que deben dejarse de lado y en cambio, trabajar por un mismo objetivo”, concluyó don Mauricio.