Mario tiene 23 años y es un emprendedor nato. Ya vendió comida, instaló un puesto de minutas y hoy es propietario de un negocio de sublimación que hasta unos días se manejaba en línea. En plena crisis económica rentó un local confiado en que era el momento de echar a andar su emprendimiento más allá de los dispositivos móviles.
Mario Menjívar es el menor de cuatro hermanos y desde niño aprendió que debía luchar por lo que quería y los ejemplos que vio en su casa le sirvieron para apostar por un negocio propio.
Su hermano mayor Johnny ya es propietario de un club privado y es quien lo ha apoyado para que él cuente con el equipo necesario para montar Sublisivarte, un negocio de sublimación personalizada en telas, cerámica, peltre y otras materias primas.
Mario es diseñador gráfico y estudia animación y videojuegos en una universidad privada y siempre ha tenido talento para el dibujo.
Hace un par de años comenzó a vender postales de sus diseños en su página de Instagram y tuvieron tanto éxito que la gente se los pedía en camisetas o tazas, y él comenzó a buscar empresas que le hicieran el trabajo.
“Nadie entendía lo que yo quería y me quedaban mal y mi hermano al ver esto me compró un equipo básico de sublimación para que lo hiciera yo mismo”, contó.
Sin embargo, él no sabía nada de esta técnica, pero eso no lo detuvo. Junto a su mejor amigo Fernando Henríquez, que sigue siendo su mano derecha, comenzaron a experimentar con las máquinas.
“Inicié haciendo pruebas y cometimos mil errores, desperdiciamos un montón de materia prima, pero no paramos hasta lograr lo que queríamos”, contó el joven emprendedor.
Originario de Nejapa, fue su ciudad natal el lugar donde montó el pequeño taller a finales de noviembre de 2019. “Estábamos entusiasmados porque ofrecíamos diseños personalizados y nos iba muy bien y en ese proceso fuimos perfeccionándonos”, recordó.
Aprendió no solo a usar las máquinas para estampar telas y cerámica, sino a conocer proveedores de materia prima de calidad, cómo conseguir los mejores precios y más. “Fue un largo proceso para poder tener lo que anhelaba”, dijo.Incluso en enero y febrero ya había sido invitado a dos ferias de emprendedores donde vendió todo lo que llevaba, pero en marzo, la pandemia truncó, al menos de manera temporal sus ganas de crecer.
“Pasamos dos meses sin vender nada, sin hacer nada, pero Dios que siempre abre caminos nos permitió que una amiga de mi pueblo nos metiera en un grupo (Nejapapenses Emprendedores) donde varios sin empleo o con pequeños negocios estaban vendiendo de todo y ahí comencé a levantarme”, contó.
Lejos de ser un tropiezo, el confinamiento provocado por la emergencia hizo que su producto fuera altamente demandado en fechas como el Día del Padre, y desde ese día hasta hoy no ha parado sino que por el contrario, continua innovando y hasta compró una nueva máquina que le ayuda a hacer cortes.
Hoy, Sublisivarte posee más de una veintena de productos, entre tazas de cerámica, vidrio y peltre, camisetas, rompecabezas, relojes de pared, pachones, termos, llaveros, monederos, almohadas y más con diseños personalizados y la página de Facebook de Mario ya cuenta con 1,558 seguidores.
Ya diversificaron los servicios con impresión de diseño de stickers promocionales, viñetas, tarjetas de presentación y más.
Mario va por más
Criado por Sonia, una madre soltera, Mario dice que ella, su hermano Jonnhy y sus dos hermanas mayores son el mayor ejemplo de que trabajando duro se pueden alcanzar grandes cosas.
“Yo siempre he visto el esfuerzo de mi mamá que es cosmetóloga, por sacarnos a los cuatro adelante y sus enseñanzas de que si queremos salir adelante hay que trabajar por algo propio”, relató.
El joven, que desde siempre ha buscado la forma de generar ingresos para él y su familia, cuenta que ya puso un puesto de venta de comida y otro de minutas frente a su casa antes de los 20 años, pero fue su talento como ilustrador y diseñador la apuesta que le está generando tantas satisfacciones.
Hace diez días decidió salir de su natal Nejapa y rentar un local en una zona rodeada por universidades, en un momento en que la mayoría de pequeños empresarios están cerrando negocios y tirando la toalla ante la crisis, el joven cree por el contrario, que hay que lanzarse con mayor fuerza a emprender.
“Sé que hay crisis, pero creo en Dios y la demanda de lo que ofrezco me da las ganas para abrir este local, llevamos diez días y ya nos ha ido súper bien, ya nos invitaron a una feria de emprendedores de YoHago, que me parece que es una iniciativa valiosa porque fomenta el apoyo a lo local, y a gente como yo que están trabajando duro por crecer y salir adelante”, dijo convencido este joven que combina su negocio con sus estudios en la universidad.
Mario ya brinda empleo a su amigo Fernando de 22 años y a una prima de tan solo 18, pero asegura que jóvenes como ellos también pueden ser responsables y luchar por sus sueños y eso, es otro de sus logros dice.
“Queremos demostrar que los jóvenes sí podemos salir adelante y con ideas frescas, ideas nuevas y este negocio nos da la oportunidad de mostrar eso”, dijo.
El joven artista sueña en grande, ya habla de abrir más sucursales, incluso una grande donde los clientes lleguen y manipulen las máquinas para que ellos mismos aprendan a hacer sus diseños.
“Nunca es demasiado tarde para aprender y aunque las circunstancias no sean favorables no hay que perder la fé. Para mí ha sido un año duro, he llorado, me he reído y he aprendido mucho pero voy hacia adelante, buscando dar siempre lo mejor”, concluyó.