El Rincón de Yoly es un negocio de accesorios, pero el corazón de este es el testimonio de una guerrera que volcó en este sus ganas de vivir. Luego de un cáncer y seis meses en coma que la dejaron con escasa movilidad a Yolanda de Paredes los cristales, las semillas y las cuentas la mantuvieron activa y le salvaron el espíritu.
Lo primero que impresiona al conversar con Yolanda es su calma. Vivió una experiencia dramática. Sufrió un paro respiratorio, estuvo en coma, tuvo dos operaciones y perdió un riñón, entre otras complicaciones y por dos años viajó de manera constante a hospitales para sobrevivir y volver a valerse por sí misma, pero en ella solo hay un profundo agradecimiento a Dios y unas enormes ganas de vivir.
El emprendimiento de elaboración de joyas artesanales como aritos con materiales antialérgicos, collares y pulseras con piedras naturales y cristales, entre otros, nació a raíz de que Yolanda necesitaba recuperar su movilidad y sentirse activa y, hoy, aunque ella ya está recuperada se ha convertido no solo en un negocio, sino que a través de él, ella da testimonio de que siempre se puede vencer cualquier dificultad.
Como Programadora de Sistemas, se preparó para pasar su incapacidad y volver al trabajo al año. Yolanda, que hasta entonces había sido una mujer llena de energía, casada con Carlos Enrique desde hacía casi una década y con un hijo de cuatro años, debió entonces librar una dura batalla para salvar su vida.
“A mí me desahuciaron. A Carlos Enrique, mi esposo, le dijeron que se preparara económica y emocionalmente porque yo no iba a salir de ahí, pero él fue positivo y dijo: “No, eso no va a pasar. Vamos a salir adelante” y el apoyo de la familia, gente que oraba por mí, sin conocerme me sacaron de esa crisis y siempre damos gracias a esas personas que nos apoyaron”, cuenta.
Tras su operación para combatir el cáncer le sobrevinieron complicaciones a tal grado que debió ser operada nuevamente, perdió un riñón, sufrió daños en el colon, sufrió paros cardio respiratorios y entró en coma, luego de seis meses en la UCI, Yolanda salió pero su situación seguía complicada, y llegó la pandemia de H1N1 y los mismos doctores le recomendaron a su esposo que se la llevara a casa porque tenía sus defensas bajas.
Carlos Enrique le acomodó una cama en la sala de la casa de los padres de Yolanda, con cero movilidad, Yolanda aprendió poco a poco a valerse por sí misma, fue una lucha diaria y nunca se rindió. En medio de esa lucha, nació la idea de comenzar a manipular cuentas y semillas para motivar la motricidad fina, y creó lo que más tarde se convirtió en El Rincón de Yoly, el emprendimiento que hoy día es un testimonio de vida para ella y su familia.
Un negocio con mensaje
El Rincón de Yoly nació mientras ella, acostada en su cama, aprendía todo de nuevo. Yolanda comenzó poco a poco a elaborar collares y aretes con semillas, mismos que regalaba a su mamá, sus amigas luego le consiguieron espacio en una feria y con un máximo de 50 piezas acudió feliz a ofrecer esas piezas que hoy son tan significativas para ella.
“A la primera feria fui en silla de ruedas con unas 50 piezas, que yo tenía entre rosarios de mostacilla, porque comenzaba con mi motricidad, era una mesita chiquita, el nombre nació ahí, estaba en una mesita chiquita y en un rinconcito y así le pusimos”, recuerda.
“Mi logo es al árbol de la vida y hay una mujer como tronco de ese árbol, varios dicen que soy yo porque soy multifacética, me gustan las artes, la familia, ser amiga, esposa, me he identificado con las diferentes ramas con las actividades que realizamos como mujeres”, añade.
Poco a poco Yolanda ha ido ampliando su catálogo de productos y a medida iba perfeccionando sus piezas iba también mejorando su salud. Pasó a dejar la silla, luego de un año le cerraron el abdomen, está recuperada del cáncer y solo le falta la movilidad total en su brazo derecho.
Sin embargo, ella está agradecida con la vida, con toda esa gente que apostó por ella y la sostuvo.
Ahora que llegó la pandemia, supo enfrentar la crisis. Optimizó el uso de redes sociales y fueron sus sobrinos quienes le ayudaron a impulsar la venta en línea. Su esposo sigue acompañándola a todas partes y a ambos les gusta compartir toda esta experiencia de vida que los fortaleció como pareja y como familia, es él con el padre de Yolanda que fabrican los muebles que ocupan en las ferias que participan.
“Queremos que la gente vea que yo pude, que por duro o pequeño que sea algo que nos esté pasando siempre podemos salir adelante si tenemos el coraje y la fuerza para hacerlo, solo hay que confiar en Dios y luchar”, dijo la emprendedora.
Ahora ella quiere seguir vendiendo sus piezas y darles un mayor sentido y transmitir con ellas la supervivencia de toda una guerrera.