Basado en el cuidado del planeta, su creadora y propietaria María Elena Hernández busca proteger recursos naturales a través de principios como la reutilización de envases, las compras a granel de más de cien productos y el cero plásticos, en su innovadora tienda “Re Use”.
Instagram: @reuse.agranel
Facebook: Re Use – tienda a granel
¿Qué le parece ir a una tienda y comprar una onza de canela, media libra de café, libra y media de maní? ¿Un litro de crema humectante para el cuerpo, dos libras de detergente y ocho onzas de jabón para platos? Sí, eso es posible en la peculiar tienda Re Use ubicada en San Salvador.
Re Use oferta más de cien productos a granel- muchos de ellos con ingredientes cien por ciento naturales- con el objetivo de cuidar el planeta mediante un consumo responsable de lo que compra al evitar desperdicios y con el “cero plásticos” como requisito.
Lo único que necesita es llevar su propio recipiente, no importa si es plástico, pero debe ser reutilizable y listo, podrá adquirir lo que desea. En la tienda también podrá optar por bolsas de tela o papel o botes de vidrio, en caso usted no tenga un recipiente.
El proceso de compra es sencillo. Llega, le pesan el recipiente, luego usted mismo se sirve el producto en su depósito, le pesan de nuevo y le descuentan el peso del recipiente, para cobrarle solo el contenido de lo que adquiere.
La tienda ofrece cuatro líneas de productos: granos básicos y legumbres; cafés, tés y especies, semillas y la línea de higiene personal y estilo de vida, que incluye crema corporal, champú desmaquillante, pasta dental, detergente para ropa, jabón para lavar platos, pajillas, bolsa para compras y más.
La propietaria y líder de este innovador proyecto es María Elena Hernández, una licenciada en administración de empresas de apenas 29 años que está convencida que el concepto, además de ser nuevo, implica un cambio de hábitos en la gente.
Con su tienda, inaugurada en noviembre de 2020, María y su esposo Ricardo al que considera su socio estratégico y pilar de todas sus ideas, buscan más que obtener ingresos lograr que sus clientes, hagan de la reutilización de envases una práctica cotidiana y aprendan, además, mediante la compra a detalle, a adquirir solo lo necesario y reducir así los desperdicios.
Pero María Elena va más allá, también intenta reducir la contaminación de ríos y océanos, reutilizando telas o retazos para crear desde estuches para guardar los lentes hasta bolsos para las compras.
Ella también ofrece toallas desmaquillantes o toallas sanitarias que se lavan y se usan de nuevo, cepillos de dientes hechos con bambú y una larga lista de artículos cuya riqueza es su reutilización o su larga vida.
“Hay que desaprender hábitos”
La joven emprendedora cuenta que todo este innovador proyecto comenzó a finales de 2017 cuando asistió a una liberación de tortugas bebé en una playa del país y recibió una charla donde se enteró del impacto que provoca en estas especies la contaminación de los océanos con plásticos.
Fue así como comenzó a vender el primero de los más de cien productos que ya posee en su tienda, pajillas de acero inoxidable.
Dos años más tarde estudió una maestría Economía Social y entonces entendió que podía hacer más por el planeta y fue así como formalizó su idea de negocio.
“La economía social busca enseñar a emprender, pero más allá de generar riqueza busca dar respuesta a una problemática social, entonces con esa mentalidad me decidí para crear “Re Use” que más que vender por vender iba a tener como misión promover la conciencia ecológica, a través de la educación ambiental y la venta de artículos reutilizables. Para nosotros que nuestros consumidores dejen de consumir plástico ya es ganancia”, afirma convencida.
Cuando comenzó, el centro de operaciones era la casa de María y a veces la del entonces su novio, Ricardo, y sus productos los comercializaba en redes sociales, ecomercados o ferias de emprendedores, sin embargo la pandemia cerró sus canales de venta y la mayor parte de 2020 se la pasó junto a su entonces novio, pensando en cómo hacer para seguir adelante en algo que más que un negocio ya se había convertido en un proyecto personal y de vida. En noviembre de 2020, pocos días después de casarse, hizo un préstamo e inauguró la tienda.
“2020 fue un año duro para todos, pero nos hizo darnos cuenta que no hay muchos lugares donde no consumir plástico sea viable, uno puede tener la intención, pero en la mayoría de lugares y tiendas todo o casi todo está en empaque plástico, nos dimos cuenta que era una necesidad y pues decidimos que era momento de lanzar la tienda y le añadimos la venta a granel para promover el consumo justo y sin desperdicios”, contó.
En cinco meses María reconoce que ha sido un proceso de lucha para abrir mercado, porque son conceptos que no todos conocen e implican cambios de vida.
“Desde que comencé sabía que el concepto de la tienda tiene potencial, pero que me enfrento al reto de generar esa cultura de comprar por peso que es un desafío a largo plazo, pero el riesgo más grande es el tiempo que nos tardemos en generar esta conciencia ecológica”, comenta María.
“Ahorita estamos pensando en cómo hacer promociones, cómo generar ideas y cómo hacerle entender a la gente que no es tan difícil o complicado como parece solo se trata de desaprender lo que hemos vivido y aprendido como normal, y aprender nuevos hábitos, poco a poco. Yo siempre lo digo no se trata de cambiar tu vida de forma radical de la noche a la mañana, se trata de que elijas una cosa, empieces por esa y cuando ya estés cómodo, hagas otro cambio pequeño y luego otro, y de esa forma se logran grandes pasos”, explicó.
Dentro de sus proyectos está crear una tienda virtual para contrarrestar el hecho de que por el efecto pandemia, la gente no acuda como quisiera a su tienda física, quiere impulsar más su venta en redes sociales y el domicilio, y además, sueña dar charlas sobre lo que la llevó a crear “Re Use”.
“Yo anhelo tener la oportunidad de transmitir el mensaje de cuidar el planeta, haciendo conciencia a través de talleres o charlas para que la gente se empiece a convencer que sí vale la pena reusar y cuidar lo que tenemos. No se va a cambiar el mundo, pero sí el metro cuadrado de cada uno, y al final, si todos cambiamos nuestro metro cuadrado, las cosas mejorarán para todos, paso a paso”, concluyó.