Elizabeth de Aguilar y Karla García, dos de cinco amigas que han logrado alcanzar el sueño de ser dueñas de su propio negocio.
Elizabeth de García es una emprendedora del área de la cosmetología, su historia es inspiradora para todas las personas que no entienden los propósitos de Dios.
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Tiene 18 años de experiencia trabajando en depilación, masaje y su especialidad es el área de las cejas (microblanding). Su amiga socia es Karla García quien es especialista en cabello, uñas y pies. Ambas son el equipo perfecto para darle vida a Queens Studio Salón.
Su idea de emprender comenzó cuando un grupo de cinco amigas que trabajaban en diferentes lugares, conversaron sobre sueños y proyectos comunes en un momento en el que para Elizabeth, la rutina había consumido sus energías y pensaba que se jubilaría del salón de belleza en el que había trabajado por muchos años.
“Un día me reuní con mis amigas y les comenté que tenía este proyecto de abrir un Studio Salon , que no había local pero que ya teníamos el nombre: “Queen”, porque las clientes serían nuestras reinas”, expresa Elizabeth al recordar lo difícil abrir el studio y decidir abandonar su empleo. Las cinco amigas unieron esfuerzos para inaugurar la primera sala de belleza en la Escalón.
Ella comenta que no fue nada fácil, su esposo le ayudó para sacar un préstamo y justo cuando abrieron, el país cerró todas las puertas del comercio debido a la pandemia. Tres de las cinco amigas se echaron para atrás, cada amiga que se retiraba era una angustia para el resto del equipo, y finalmente sólo Karla y Elizabeth se quedaron con el sueño de seguir adelante, confiando en su potencial para lograr mantenerse a flote. En agosto 2023 cumplirán dos años de ofrecer sus servicios en el Centro Comercial Loma Linda.
Elizabeth recuerda cómo Dios le cumplió sus sueños y cómo la sacó de su zona de confort. Comenta que no ha sido fácil, que tuvieron muchas dificultades para lograr préstamos, pero que poco a poco su fe en Dios le ayudó a levantarse.
“Abrimos con miedo, ¡pero abrimos! y hasta el día de ahora nunca hemos cerrado, solo por la pandemia”. Sonríe Elizabeth mientras sigue recordando lo difícil que fueron los inicios y cree que la clave de su perseverancia es su fe en Dios, la familia en especial los hijos y, complacer al cliente que si no le gusta el trabajo hecho, vuelven hacerlo hasta lograr que quede satisfecho.