“Orgullo” así resume el empresario Carlos Enrique Araujo a lo que significó para él la presidencia de ANEP. De su gestión destaca el apoyar el aumento al salario mínimo tras un histórico acuerdo con los sindicatos de esa época y la Formulación de la Ley que permitió la creación del Instituto de Acceso a la Información Pública, IAIP.
Afable y cálido, así es Carlos Enrique Araujo, empresario al frente del único banco con capital salvadoreño y amante de los elefantes, que tienen para él un significado muy especial.
Don Carlos ha trabajado toda su vida por el país, ya sea al frente de sus empresas o como dirigente de varias gremiales, entre ellas la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, la Asociación de Distribuidores de El Salvador, ADES, y la Asociación Salvadoreña de Industriales, ASI.
Rodeado de fotos de sus tres hijos y de su familia, que son su mayor fortaleza, nos expresa su preocupación por la situación fiscal del país, habla de la urgencia de impulsar la reactivación económica y de lograr la concertación entre todos los sectores, lo único dice, que podrá sacarnos adelante.
¿Qué significó para usted ser presidente de la principal gremial empresarial del país?
Desde que yo me gradué de la universidad y retorné a mi país siempre me involucré en las gremiales, he participado en muchas de ellas y siempre he creído que el salvadoreño tiene que participar y dar de sí a su país, no solo en el ámbito empresarial, sino apoyar su entorno, su comunidad y por eso integré varias instituciones que me permitieron llegar a la cúpula de las gremiales, la ANEP.
Para mí fue un gran orgullo el haber servido a mi país desde ese puesto, pero siempre he tenido una gran convicción y es que uno tiene que involucrarse en las gremiales, dar un poco de su tiempo pero siempre rotar, permitir que otros tengan la oportunidad de participar, renovar y seguir luchando”.
Recuerda alguna anécdota que marcó esos tres años de gestión
Muchas, fueron varios los temas en los que yo participé como representante del sector privado, uno fue el tema fiscal. En aquel entonces estábamos viendo la problemática fiscal que tenía nuestro país y una de las razones por la que yo quería apoyar y participar en esta discusión es porque creía que teníamos que lograr un entendimiento con el Gobierno de cómo controlar la deuda pública del país para no caer en circunstancias que inhibieran el desarrollo. Recuerdo claramente como el secretario técnico de la presidencia, Alexander Segovia, nos invitaba a reuniones para platicar con ANEP y con el Gobierno y ver cómo lográbamos un entendimiento para resolver el déficit fiscal. Tuvimos tres o cuatro reuniones y nos íbamos el fin de semana a lugares como Juayúa y otros sitios turísticos para relajarnos y proponer ideas. Verdaderamente, de parte de la delegación de ANEP le poníamos todo nuestro esfuerzo y nos preparábamos, pero más tarde sufrí una desilusión, me reuní con el exministro de Hacienda de aquella época (Carlos) Cáceres y me comentó que no había voluntad política, que nunca hubo un verdadero interés en desarrollar un esfuerzo para lograr un control de los déficit fiscales que en aquel momento eran importantes y estaban poniendo en riesgo la economía.
¿Qué otros retos u obstáculos le tocó enfrentar como dirigente de ANEP partiendo del contexto económico y político en ese momento? Ya mencionó que el tema fiscal era una prioridad.
Sí, cuando yo fui presidente de la ANEP teníamos un verdadero compromiso por lograr un entendimiento en varios temas, pero el tema fiscal era clave. De parte de ANEP había toda la buena voluntad de llegar a un entendimiento en que pudiéramos aportar más a través de impuestos, pero también que el Estado se comprometiera a controlar los gastos. No se logró el diálogo que queríamos y eso fue lo que más tristeza me dio.
Algo que fue bueno en mi gestión fue el CES (Consejo Económico Social) que fue otra experiencia que viví y de la cual tengo muy buenas memorias, porque ahí se trabajó con los sindicatos, con la sociedad civil y con las gremiales.
Participamos de buena voluntad para llegar a entendimientos y quizá fue una de las cosas más gratificantes, permitió a la ANEP acercarse a los sindicatos y poder entender que estábamos jugando en el mismo campo y si bien es cierto habían diferencias hubo un acercamiento que pocas veces se ha tenido.
Llegamos a entendernos y a ver que no éramos enemigos, que al final los empresarios y los trabajadores estábamos en la misma cancha, tratando de sacar adelante nuestro país, nuestra familia y todo. Fue tan positivo al grado que el incremento salarial de aquel entonces no se dio por un acuerdo de los sindicatos y del Gobierno, se dio por un acuerdo entre los empresarios, ANEP y los sindicatos, fuimos nosotros los que logramos un acuerdo, por primera vez en la historia se propuso un acuerdo de aumento salarial que fue un hito para el país, por la forma como se logró.
Otra de las grandes satisfacciones y orgullo en mi gestión fue que ANEP apoyó la formulación de la Ley que permitió la creación del Instituto de Acceso a la Información Pública, esta fue una de las instituciones que le ha permitido a nuestro país y a la democracia haber dado un paso importante para nuestra sociedad.
Para mí fue uno de los aportes más importantes, de los pocos aportes que pudimos dar a nuestra sociedad y a nuestro país, y que hoy en día el Instituto y la ley que lo regula están de nuevo siendo fuertemente atacados.
Ya que lo menciona, para usted ¿Qué tan importante es la transparencia en la información pública?
Lamentablemente este es un debate constante, no solo en nuestro país sino en muchos países donde algunos gobernantes no logran entender que entre más informado esté la sociedad más productiva será y por ende habrá más crecimiento.
La información es la mayor libertad y fortaleza de todo ciudadano, es parte de nuestras libertades es parte de los que nos permite o ha permitido a pueblos a través de los siglos, desarrollarse.
Su gestión se desarrolló justo cuando se dio la crisis económica de 2008-2009 en Estados Unidos y que impactó al país, ¿cree que esa crisis se compara con lo que estamos viviendo en este 2020?.
La crisis del 2008-2009 fue financiera y causó varios problemas, pero ahora tenemos una crisis sanitaria, una crisis económica y una política, porque desafortunadamente todos sabemos que para poder desarrollar un país y su sociedad tiene que haber diálogo entre todas las partes, porque si no existe, las crisis se crecen y nuestra sociedad es la que más sufre.
Desafortunadamente el Gobierno ha desconocido a la representación de ANEP que es la cúpula de todas las gremiales y que fue creada hace 54 años para poder tener toda esta la coordinación y este diálogo político para poder llegar a alcanzar los entendimientos en beneficio de la sociedad y el país.
¿Desde su perspectiva, qué desafíos enfrenta hoy el sector privado y cómo puede aportar a la recuperación económica y a un mejor clima político?
El mayor desafío va a ser la reactivación de nuestra economía, pudiendo con ello superar el desempleo que tenemos y lo otro es la necesidad de incorporar al sector informal. Cuando yo fui presidente de la ANEP el sector informal era del 60 % y hoy ha subido al 75% y sigue in crescendo y cuando no tenemos la forma, la confianza de que entren a una economía formal que aporte al desarrollo económico y fiscal a nuestro país, ese es otro gran desafío.
Debemos lograr un entendimiento entre el gobierno, la empresa privada, la sociedad civil, las universidades, tener un diálogo que tenga la sinceridad de buscar un bienestar para nuestro país y que no se utilice para beneficiar a unos pocos o al gobierno de turno.
Sobre la reactivación económica ¿Qué estrategias cree que sería importante echar a andar?
El diálogo con el Gobierno es clave, establecer como país metas y que sean realistas, pragmáticas que se puedan lograr en los próximos diez años (…) alcanzables financieramente y de solución para nuestro país.
Ahorita viene una gran oportunidad para El Salvador y para Centroamérica creada por esta diferencia entre los dos poderes del mundo, China y Estados Unidos, este último va a buscar en América Latina fuentes de la cadena de producción y nosotros no debemos ser excluyentes, tenemos que ver hacia el mundo, ver en qué manera nuestro país puede utilizar toda la fuerza de los salvadoreños en cualquier campo y que les permita tener mejores ingresos, incorporarse a la economía, pagar sus impuestos y todo lo que eso requiere.
Por ejemplo, a este gobierno, dado que tenemos una economía dolarizada y ahora como miembro de ABANSA, les propusimos hacer de El Salvador un centro financiero internacional que nos permitiese crear más de 100,000 empleos. El Salvador por ser economía dolarizada puede ser un centro de servicios compartidos, podemos traer inversiones y crear fuentes de trabajo y darle a nuestra gente oportunidades, pero se deben abrir estos espacios, eso ayudará a potenciar la economía.