Claudia Aragón es la propietaria de Nao Market una tienda que ofrece productos orgánicos pero más que eso, su emprendimiento es un colectivo en el que unos 20 productores salvadoreños se apoyan entre sí y crecen juntos. El negocio da empleo indirecto a más de 450 salvadoreños.
Claudia fue hasta 2016 una ejecutiva de alto nivel, que usaba tacones y trajes sastre, visitaba restaurantes de lujo y sus clientes eran hombres de corbata y portafolio. Como gerente de comercialización de una empresa líder en el mercado de valores y paquetería tenía una vida holgada, pero también vivía llena de estrés y responsabilidades, la típica empleada 24/7.
Un día movida por el amor a sus hijos, Claudia de 22 y Sebastián de 10, que le demandaban tiempo y por su propia salud, cambió su hoja de ruta y se convirtió en emprendedora.
“Hablamos en familia en qué pudiéramos hacer como negocio para salirme de mi empleo y dedicarle tiempo sobre todo al niño, porque yo todo el tiempo estaba trabajando, no había vacaciones o tiempo libre …Entonces pensamos en el negocio, pero queríamos algo que tuviera sentido y valor y creamos el mercado de productos naturales”, contó.
Sus reuniones de negocios cambiaron de escenario, ahora eran granjas donde compraba pollos libres de hormonas y los famosos “huevitos de amor”, los primeros productos con los que fundó su emprendimiento de alimentos orgánicos al que llamaron La Granjita, pero luego cambiaron a Nao Market.
Su hija mayor y su esposo Rafael, no solo la apoyaron en su idea sino que la animaron en el día a día, sobre todo porque el comienzo no fue fácil.
“Comenzamos metiendo pollos en hieleras y los íbamos a dejar a las casas, luego incluimos los huevitos de amor, después el café, las mermeladas y así nos fuimos metiendo más y más, y creciendo pero costaba, porque a veces no se vendía y era duro, pero siempre buscaba la manera de vender, tuvimos tiempos difíciles y hasta en una Navidad me fui a vender pollos”, rememora Claudia.
La emprendedora recuerda que un 24 de diciembre se colocó en una acera frente al mercado para ofrecer sus pollos y reconoce que sintió vergüenza, porque su mundo había sido otro, pero los amigos que la miraban desde fuera cómo iba creciendo le dieron otra visión de sí misma que hasta entonces ella no había percibido.
Claudia estaba forjando su propio proyecto de vida, algo que le pertenecía y sí, estaba luchando, pero cada paso que dada, inspiraba a otros.
“Me di cuenta que dentro de mi tenacidad estaba siendo humilde, aprendí a respetarme, a valorarme y a creérmela. Una no se da cuenta que es ejemplo para otras personas o mujeres y a partir de eso, Dios me mandaba gente que me animaba, porque yo empacaba, pesaba, tocaba puertas y ellos me llamaban valiente y cosas así, entonces me daban energía y seguía luchando” , recuerda.
Más que una tienda, una cadena de favores
La emprendedora comenzó su mercado de productos orgánicos en la cochera de su casa y asistía a cuanta feria y mercadito la invitaran, decidida a promover más que sus productos, un estilo de vida saludable.
De la cochera de su casa, pasó a la de la casa de su mamá, porque poco a poco fueron llegando más productores que querían sumarse a su tienda.
Nao Market, como su nombre lo indica, quiere decir productos naturales, artesanales y orgánicos y esos son los pilares de este emprendimiento.
Otro pilar es que sean productos 100% salvadoreños, porque Claudia está convencida que en el país hay riqueza en nuestra tierra y en su gente que es capaz de generar artículos de calidad.
Nao Market instalado en un contenedor en Antiguo Cuscatlán desde 2018 ofrece unos 500 artículos, sobre todo alimentos de al menos 20 productores salvadoreños.
Harinas, vegetales, sazonadores y especies naturales, mermeladas bajas en azúcar, café, miel, aderezos, sopas con colágeno, pollos, huevos, gallinas indias, mariscos libres de antibióticos, una línea de vinos de frutas de estación y por supuesto hortalizas son parte de la oferta.
Ya está incursionando en la cosmética natural y también en artículos para mascotas y pronto en insumos para el hogar.
Nao Market promueve lo orgánico, incluso los empaques están hechos con semilla de aguacate y cero plásticos. Y todos los sábados organizan los “Sábados fresh” donde llegan productores de hortalizas de Chalatenango y otros que hornean pan libre de gluten a ofrecer lo de día.
Ella cuenta con orgullo que gracias a que la tienda va creciendo, van también creciendo los proveedores de mariscos y hortalizas, los que le llevan café o miel, o los que le proveen de chocolate artesanal o condimentos naturales y ese es el mayor logro.
Para Claudia, quien además es sobreviviente de cáncer en dos oportunidades, el éxito de la tienda está sustentado en su esfuerzo y en su fe. “Yo tengo un lema para toda mi vida, esfuérzate y se valiente, que es bíblico. Es parte de una actitud, esforzarse, ser valiente e ir de la mano de Dios y Él lo va llevando y la filosofía de la tienda: “ la cadena de favores”, nos ayudamos entre todos. Todo lo que siembra le regresa…”explica.
Y ella se esfuerza todos los días, aún en los peores meses de la pandemia cuando debió cerrar, o cuando ella, su esposo y su hijo menor se contagiaron de COVID y fue su hija mayor la que sostuvo el negocio.
Los planes a futuro
“Nao Market es solo una de las cuatro patas de la mesa”, explica Claudia, divertida, al referirse a los sueños que con su esposo tienen para seguir creciendo.
De hecho Rafael, su esposo que ha trabajado siempre en el tema del mantenimiento de aviones y ahora por la crisis está en pausa laboral, se ha incorporado de lleno a apoyarla. “Ella es la jefa”, contó él divertido.
Claudia asegura que entre sus planes les falta desarrollar los otros tres brazos o patas del emprendimiento, contar con un espacio para el diseño artesanal, porque está convencida que hay un enorme talento.
También crear el Nao Food, un restaurante que ofrezca lo que ya se vende en la tienda, comida saludable y libre químicos, y una estación para café donde se ofrezcan postres y galletas libres de gluten.
Sus sueños se están forjando y ella que desde el día uno se ha autofinanciado cada paso que da, sabe que debe reunir los recursos financieros para lograrlo. No descarta hacer un préstamo, pero cree que la banca privada debe diseñar “a la medida” de los emprendedores, préstamos que les permitan crecer.
También trabaja en lograr certificaciones con sus productos orgánicos que le den garantías ante los clientes. Y por supuesto, quiere exportar lo que sus proveedores le llevan, que tiene el nivel de cualquier producto extranjero.
Claudia es de fácil conversación y de conocerla es sentir de inmediato su espíritu guerrero y sus ganas de salir adelante, rendirse no está en sus planes. ¿Cómo lo logra? “Lo primero es Dios, Él es mi fuente, mi luz, mi energía, mi socio estratégico, yo a veces me desespero pero le pido fuerzas y con fé y mucho esfuerzo y valentía voy luchando siempre”, dice convencida.