Caminos de mesa, posavasos, manteles, tapices, portamacetas, bolsos y una extensa variedad de piezas que mezclan la técnica del macramé- en francés nudo- y del croché, son elaboradas por Minerva Navarro y su suegra doña María Morena que han dado vida un emprendimiento cuya característica principal es el trabajo minucioso y el amor que ponen a cada pieza.
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El encierro dictado en los meses más críticos de la pandemia llevaron a Minerva Navarro una joven mamá de 31 años a experimentar con hilos de algodón curado y aprender este arte milenario con tutoriales en línea. No sabía nada, pero asegura que el talento emergió casi de inmediato y se enamoró de la técnica.
Comenzó entonces a elaborar piezas tejidas a base de anudar hilos para sus familiares y amigos y más tarde descubrió el potencial que tenían y luego de asesorarse con otros emprendedores amigos, se animó a lanzar la marca MINA.
Ahora se ha diversificado y además de elaborar los tejidos, los combina con hierro, madera y otros materiales para convertirlos en objetos decorativos que cautivan a sus clientes.
En julio de 2020 lanzó oficialmente su marca MINA que se deriva de su nombre y su apellido y tres semanas más tarde, incorporó a doña María Morena, su suegra, experta en tejer croché.
Doña María Morena que ha tejido más de la mitad de su vida, aportó nuevas y hermosas piezas al emprendimiento. Ambas técnicas, así como los productos elaborados por suegra y nuera, han captado de inmediato a la atención de varios clientes.
Minerva, asegura que la principal característica de sus trabajos es que son hechos a mano, lo que significa que ninguna pieza es igual a otra, además en cada prenda hay amor, desvelos, sueños y mucha dedicación de sus creadoras.
“Hecho a mano significa hecho con sueños, con anhelos y muchísima dedicación. Cuando compras una pieza hecha a mano, adquieres arte con esencia, piezas que llevan muchas horas de vida, desvelos y momentos de alegría de su creador. Nuestros nudos no son solo nudos”, insiste la joven de 31 años y casada con un arquitecto.
El macramé es una técnica que se basa precisamente en nudos casi siempre de hilo de algodón curado, que se van mezclando entre sí para formar tejidos o figuras que se transforman en tapetes, tapices y una extensa variedad de piezas decorativas.
Es considerado un arte muy antiguo, en el que solo se utilizan las manos para ejecutarlo. Pueblos como los persas y los asirios en el 2,300 antes de Cristo poseían gran maestría y utilizaban el macramé con el fin de decorar con hilos anudados los bordes de los tapetes.
Más tarde, los árabes lo llevaron a Europa y posteriormente los europeos a América. Las típicas hamacas de nudos caribeñas se confeccionaban con esta técnica.
Minerva había visto piezas tejidas con macramé, aunque reconoce que no es algo muy común en el país y requiere muchas horas de esfuerzo, es además un trabajo delicado y ella y su suegra cuidan cada detalle y asegura que el amor que le ponen es el ingrediente principal.
Su suegra, que, invitada por ella a emprender, también elabora macramé, pero se ha inclinado por el crochet, técnica en la que es experta y juntas participan en ferias y mercaditos y vender por supuesto a través de redes sociales.
Los sueños de crecer
Minerva es madre de un bebé de cuatro años y no terminó su carrera de Comunicaciones, porque debió elegir entre el apretado horario de su empleo en un call center o la carrera y debió elegir el empleo, porque necesitaba los ingresos.
Luego llegó su bebé y se dedicó a cuidarlo, y dejó del todo su empleo de servicio al cliente y asegura que este emprendimiento que comenzó como un pasatiempo le ha dado la oportunidad no solo de aportar ingresos, sino de descubrir un talento que ni ella misma sabía que tenía.
“Yo no sé si tenía la habilidad, mi abuela borda y mi madre hace crochét, pero viendo tutoriales aprendí rápido, quizá ya tenía el talento y no lo sabía, y ahora estoy enamorada de la técnica”, cuenta.
Ahora quiere estudiar decoración de interiores, diversificar la marca, vender en el extranjero e incluso lograr algún tipo de asocio con su esposo, que es arquitecto, para ofrecer el servicio de decoración de interiores, cuya base sean los tejidos.
La emprendedora reconoce que mantener su negocio no es fácil, porque debe organizar su tiempo para cumplir todos sus roles: el de mamá, el de esposa y el de emprendedora, para este último casi siempre ocupa la tarde, noche y hasta la madrugada, pero lo hace feliz porque ha visto como poco a poco va conquistando más fanáticos de este tipo de tejido.
Ya mediante dos plataformas de venta ha logrado exportar algunas piezas, uno de sus sueños a futuro, pero ahora está en la etapa de experimentar y crear, junto a doña María Morena con quien ha estrechado la relación y juntas planean seguir tejiendo, crecer no solo como empresarias sino como artistas de los hilos y las lanas.