Bajo el concepto de moda inclusiva Celina Osorio elabora todo tipo de accesorios y ropa para personas con discapacidad. El proyecto tiene su origen en su propia hija Valentina y la historia de coraje y lucha que ambas viven todos los días.
Camisas con botones hechos de imanes, pantalones que se cierran con velcro, vestidos con pompones para estimular la motricidad fina y una variedad de artículos para personas que necesitan asistencia especial para vestirse o movilizarse son creados por las ingeniosas manos de Celina Osorio con el emprendimiento bautizado como Marshmallow_sv.
Celina es una madre soltera de 34 años a quien le sobran energías para luchar y estas se alimentan todos los días por el amor hacia su hija Valentina de 13 años. La niña le da la fuerza para crear sus diseños inclusivos y también para salir adelante.
Valentina es una niña dulce y amorosa que nació de forma prematura y ha sido diagnosticada con parálisis cerebral infantil. Sin embargo, tanto para su madre como para la propia Valentina el diagnóstico no las ha detenido y todos los días buscan alternativas para llevar una vida lo más normal posible.
“Valentina nació a los seis meses y medio y desde los tres meses hemos ido a terapias sin descanso. En el ISRI estuvo ocho años, en Funter, doce; hemos ido al Hospital San Rafael y al Bloom, al Seguro, a todos lados, pero ha valido la pena”, cuenta Celina.
“Según el médico mi hija iba a ser una niña vegetal pero eso no ha sido así, ella es una luchadora y ha ido avanzando, usa sillas de ruedas pero es bien inteligente, puede mantener una conversación y es bien creativa”, explica la mamá emocionada.
Pese al diagnóstico la niña ha logrado importantes avances en su vida diaria, ya pasó a cuarto grado, hace equitación como terapia y también es atleta federada de Boccia, un deporte que combina el movimiento en sillas de ruedas con las pelotas.
Además Valentina heredó el talento de su madre y también le hace a la costura y elabora diseños para sus muñecas e imita a su mamá y hace bocetos de la moda inclusiva que la orgullosa Celina también toma en cuenta.
De hecho Celina creó el emprendimiento en honor a su hija, al descubrir la enorme necesidad que tenían ella y muchísimas mamás y papás con los que se topaba en los centros de rehabilitación de piezas o ropa funcional.
“He visto tanta necesidad de piezas especiales para ellos por eso decidí incursionar en esto, primero aprendí corte y confección y con el Centro de Formación Laboral de Santa Tecla he tomado un montón de cursos y he aprendido a mejorar lo que ofrezco”, cuenta.
De hecho el emprendimiento de Celina ha sido elegido de entre 100 proyectos como uno de los 10 mejores del centro y el próximo vienes estará exponiendo en la alcaldía tecleña parte de sus productos.
La joven emprendedora estudiaba la carrera de diseño en una universidad privada, pero cuando su hija nació las prioridades cambiaron. Aunque en los primeros años contrató una niñera y consiguió empleo en un call center a medida la niña crecía demandaba más de su atención.
Celina lleva dos años con su emprendimiento, y poco a poco ha ido ampliado su catálogo de piezas, todas diseñadas y cosidas por ella. También está elaborando mascarillas y hace camisetas subliminadas y otros artículos para poder sostener su línea de piezas inclusivas.
Los sueños de crecer
La joven que es hija única y originaria de San Miguel, es incansable y asegura que Dios es el centro de su vida y junto a su mamá y su hija, son sus motivos para levantarse todos los días.
Celina asegura que su producto es cien por ciento original, hecho con amor y por sus propias manos y su mayor anhelo es poder encontrar un almacén o tienda que le dé un espacio para exponer su línea de moda inclusiva.
Mientras Vale, como la llama su madre, pasa en sus clases en la computadora, su madre se dedica a elaborar los pedidos y aunque la pandemia ha sido dura, Celina no se queja y asegura que ni un tan solo día ha dejado de tener para el sustento.
También por supuesto, quiere montar su propia tienda física ya que por ahora solo vende en redes sociales y exportar sus productos para que lleguen a mucha más gente.
La joven sueña con ver crecer a su hija, poder contratarle una enfermera que le brinde los cuidados especiales que necesita y también contar con transporte propio para llevarla a las terapias porque dos veces por semana gasta en promedio $30 por día para viajar hasta la Fundación San Andrés en Lourdes Colón a sus terapias con caballos, también invierte en pañales desechables y sabe que debe esforzarse para suplir todo lo que su pequeña necesita.
“Yo quisiera vender en almacenes grandes o lanzar las piezas al exterior, seríamos referente como país en crear piezas inclusivas porque hay gente que las necesita mucho, yo sueño con eso y sin duda me ayudaría a darle una mejor calidad de vida a mi hija”, reflexiona.
Si quiere conocer el trabajo de Celina puede seguirla en Facebook e Instagram como Marshmallow_sv