Es profesor de una escuela pública de niñas en San Salvador y ha creado un club de robótica con el que ha logrado que muchas alumnas creen proyectos que las hacen soñar con convertirse en científicas o ingenieras.
El salón de clases del profesor Ramón Recinos parece un museo. Él asegura que posee computadoras con hasta treinta años de uso, una impresora 3D que no funciona y una maraña de cables que consiguió donados y que lo tienen entusiasmado, porque con ellos logrará que la red de Internet llegue a las 1,000 alumnas que tiene inscritas la escuela donde él enseña.
Llegó al Centro Escolar España como maestro de informática y se topó con que solo había diez computadoras. Pero no se queja, al contrario destaca el apoyo de los otros docentes y de la dirección de la escuela que poco a poco le han ido ayudando a construir, primero su salón de informática – con computadoras recicladas en su mayoría- y más tarde, un improvisado laboratorio de robótica.
Rodeado de los proyectos de sus alumnas, pequeños robots con la sonrisa pintada con plumón, el entusiasta maestro obtuvo el primer lugar en el certamen “Global Teacher Award” como el mejor maestro de tecnología de entre más de 270 profesores de al menos 71 países.
En 2019 el profesor obtuvo el segundo lugar en ese concurso y en 2020 la firma que organiza el premio AKS con sede en la India, le agenció el primer puesto y además le dio una distinción como “Maestro Inspirador 2020”.
El ingeniero Recinos está contento pero apenas habla del premio, no cuenta por ejemplo que superó a maestros de Finlandia, Chile, Argentina, República Checa y Turquía, entre otros que encabezan el top 10.
Entre los criterios para agenciarse el primer lugar debió demostrar que aunque hubiera pandemia seguía innovando en tecnología y además evidenciar ese trabajo.
El mérito es mayor para el ingeniero Recinos porque se contagió de COVID-19 y además fue sometido a una cirugía en plena pandemia, pero ningún percance lo detuvo para seguir enseñando informática y robótica, tanto a maestros como a alumnos y fue su propia esposa quien documentó su esfuerzo y lo envió al concurso.
Acostado en su cama y mientras se recuperaba, el ingeniero Recinos siguió estimulando a sus alumnas a practicar con la robótica y a los maestros los capacitó aún más para afrontar el desafío de la enseñanza virtual.
Más recursos para la escuela
El entusiasta profesor muestra en la pantalla los diplomas del galardón y mientras espera la presea por correo, su anhelo es que el reconocimiento, tal como ha ocurrido en otros que él o sus alumnas han recibido, traiga más recursos a la escuela.
El ingeniero Recinos fundó hace nueve años un club de robótica y se escribieron cuatro niñas, hoy posee 65 alumnas que cursan desde primero hasta el noveno grado y que asisten por la mañana o por la tarde a talleres donde experimentan creando pequeños mecanismos que se mueven por si solos o aplicaciones tecnológicas utilitarias.
Enseñar tecnología y sobre todo robótica y más aún a las niñas, es clave para el ingeniero, sobre todo porque facilita el aprendizaje y despierta la capacidad de soñar y permite romper paradigmas.
“En 2017 descubrimos mediante un estudio que apenas un 3% de las alumnas inscritas en la universidad estudiaba ingeniería y apenas el 1% se graduaba y esto fue clave para el club, usamos el sistema STEAM, que involucra la Ciencia, la Ingeniería, el Arte y la Matemática y muchas, muchísimas niñas han mostrado con gran talento”, cuenta orgulloso.
El relata como algunas de las ya egresadas están estudiando ingeniería o mecatrónica y muchas aspiran a obtener becas en el extranjero para seguir desarrollándose en esas áreas.
Aunque lleva poco tiempo con el club, ya algunas de sus discípulas han viajado a Dubai y a México y participado en talleres de tecnología junto a niños provenientes de países del primer mundo.
El profesor sueña con dotar la escuela de uno o más kit de robótica que faciliten a las niñas experimentar y crear, por ahora él se rebusca con material donado y descompuesto que él mismo recicla para darles una segunda oportunidad de uso.
“Cuando hay un reconocimiento o algo, yo aprovecho para pedir donaciones y a pura donación vamos cumpliendo los sueños de las niñas”, cuenta.
Por ahora ya recibió una llamada del Ministerio de Educación y le han dicho que quieren que integre el equipo de tecnología de esa cartera de estado, pero él lo que quiere es replicar lo que ha enseñado en el Centro Escolar España en todas las escuelas del país y por supuesto, seguir enseñando.
“Mi mayor sueño es que haya más interés por la robótica y en formar a más niños y niñas. Hay mucho interés en ellos, tres niñas ganaron dinero por un comercial y lo donaron para el programa, porque han visto los beneficios”, relató orgulloso.
También anhela montar un laboratorio de robótica en su escuela lo que costaría aproximadamente unos 20,000 dólares, pero asegura que traería grandes beneficios en el aprendizaje.
“Enseñar informática a los niños es clave, porque ya los niños hace gamming que es aprender jugando, si yo agarro una pieza o un robot no solo juegan con él están ocupando la lógica matemática haciendo cálculos, y a ellos se les quedan más las cosas de manera práctica que teórica, aprenden con mayor facilidad usando robots y les despierta la imaginación y el interés por la ciencia”, comentó.