Rodeado de varias mujeres, Guillermo Marroquín, dirigente de la Asociación de Agropecuaria de Loroqueros de San Pedro Masahuat en el Departamento de La Paz, reconoce la importancia de las mujeres en la producción de Lorocos.
WhatsApp: 7659-7532
Bajo un intenso sol, una familia extensa compuesta por madres, hijas, tías, esposas y sobrinas que soñaban ser agricultores y que hoy se dedican al cultivo de esquejes o tallos de loroco dentro de un vivero especial para su producción y son parte de la clave para el desarrollo rural y la erradicación del hambre al producir una diversidad de alimentos en tres manzanas de terreno en el cantón Achiotal.
Guillermo elogia a su madre, Antonia Gavidia, un pilar muy importante en la familia porque fue ella quien le enseñó a trabajar mientras relata sus inicios en el cultivo de loroco en el año 2017 formándose desde cero la Asociación de Loroqueros, con ayuda de capacitaciones de parte de varias instituciones del gobierno donde aprendieron a cultivar y a mejorar el cultivo de forma orgánica y sin plaguicidas.
De 11 variedades de plantas de loroco , la familia Marroquin Gavidida trabaja con las dos mejores especies de bejuco que han plantado. Para él, la plantación de loroco tiene una planificación muy especial con equipos de trabajo y, compara al loroco con una rosa: “ Dicen que la rosa si la tocan mujeres y la poda se dan mejor”, expresa entre risas Guillermo quien asegura que cuando él siembra una planta no tiene los mismo resultados, descubriendo que las manos de las mujeres de su familia tiene un toque especial para que la planta sea más grande y robusta, asegurando que sus hojas son más verdes y se desarrolla más rápido produciendo rápido el loroco.
Unas 32 personas trabajan en el lugar, los hombres se dedican al trabajo más duro mientras que las mujeres se dedican a la producción de esquejes y al cuidado de la plantación y la corta, la cual realizan en horas de la noche para poder salir a tiempo con la producción para sus proveedores y que el producto se vaya fresco el mismo dia de la entrega.
Guillermo recorre la tierra enseñando la variedad de cultivo sin recoger en su campo donde se observa: maíz, chile, tomates, camotes, yuca, plátanos, mientras que las mujeres hacen pupusas con mucho loroco para merendar y les dedican tiempo a sus hijos esperando la noche para comenzar la corta del loroco.
“Nosotros no nos quedamos con los brazos cruzados, somos fieles creyentes en Dios y sabemos que si pone una semilla en nuestras manos, nosotros vamos a sembrar, esperando en él (Dios) que esa semilla nos va a germinar y nos va a nacer”, Comenta Guillermo al recordar cómo su familia sufrió escasez en la época algodonera y los meses de la estación seca, por lo que hoy se siente bendecido y agradece el apoyo de su familia en trabajar de la mano con él en el cultivo de loroco y ver como afortunadamente las personas que trabajan junto con él también progresan al tener su propia siembra, generando más empleo para las personas de las comunidades aledañas.