La nueva directora ejecutiva de ANEP, y la primera mujer en asumir ese cargo en los 55 años de existencia de la gremial, es una apasionada de los deportes al aire libre, que defiende con firmeza aquello en lo que cree. Amante de los retos, elige siempre el camino difícil; lo fácil le aburre, asegura.
De fácil conversación y con una risa espontánea, Leonor Selva, de 34 años, es una joven carismática y versátil, que hace rapel, escalada, yoga y cualquier deporte que le genere un desafío.
Se confiesa una mujer independiente. Desde niña le gustó la naturaleza y la actividad física, de pequeña hizo danza y ballet, y hoy ha probado casi todos los deportes, pues se confiesa una apasionada de los retos y de aprender algo nuevo.
El último desafío asumido es la dirección de la cúpula empresarial del país, la única mujer que ha asumido ese cargo en la historia de la gremial y la más joven de la junta directiva actual.
Graduada de abogada de la Escuela Superior de Economía y Negocios, ESEN, y con una maestría en Políticas Públicas de la universidad de Oxford, Inglaterra, unas de las más prestigiosas del mundo, Leonor está convencida que la educación es la herramienta más poderosa para alcanzar la prosperidad y desde niña se preparó para ello.
Aunque se formó en instituciones prestigiosas, lo hizo con becas ganadas con base a su esfuerzo y perseverancia. Lograr la beca de la maestría, recuerda con orgullo, fue toda una aventura.
Aplicó a una beca del Reino Unido para financiar su maestría y mientras tanto se apuntó para una plaza en tres universidades de Inglaterra y la obtuvo en la Universidad de Oxford, citada en los ranking mundiales como una de las mejores del mundo.
De entre millares de candidatos de más sesenta países, para su programa solo seleccionaron 70 estudiantes y ella fue una de los elegidos, sin embargo no consiguió la beca a la que había aplicado, pero eso no iba a detenerla.
“Hice diez mil cosas, traté de pedir un préstamo. Yo ya trabajaba, y junté todos mis ahorros, vendí mi carro, mi ropa, todo lo que pude e igual no me alcanzaba”, cuenta.
“Pero, fue la perseverancia y la idea de que -al menos- tenía que intentarlo todo, lo que me mantuvo intentándolo. De milagro casi faltando quince días para estar en Inglaterra me hablaron de una fundación que es prestigiosa en Europa, que habían recibido mi perfil y que hiciera el proceso para la beca, lo hice, y la obtuve”, cuenta emocionada. El único compromiso, sin ningún amarre legal, es que los candidatos de verdad estuvieran comprometidos a volver al país y hacer cambios.
La Weidenfeld-Hoffmann Foundation le financió el máster y para ella fue todo un logro, pero destaca que el camino para alcanzar el financiamiento siempre será para ella una lección de perseverancia y de que las cosas que valen la pena, no son fáciles, pero si alcanzables.
A Leonor le encanta cocinar para amigos y familiares, y ama los perros, tiene seis, siendo Gonta (“Esperanza” en Japonés) su consentido; para ella estudiar, prepararse y educarse es y siempre será el mejor camino para alcanzar un cambio profundo de vida, y señala que en el país es todavía una tarea pendiente.
Una abogada con propósito
Leonor Selva es hija de Nora Flores una laboratorista clínica originaria de Chalatenango y don Ernesto Selva Sutter un médico de origen migueleño dedicado a la Salud Pública y la docencia, quienes le inculcaron los valores y principios que la convirtieron en la mujer que es hoy.
De su madre, dice, heredó el carisma, la honestidad y la calidez humana que para ella son fundamentales tanto en el ámbito personal como profesional y que abren cualquier puerta.
De su padre, aprendió a ser independiente, a mantener la vocación por lo público, a comprometerse con la justicia social y ayudar a los demás desde cualquier trinchera personal o profesional
Aunque sus padres están dedicados al área médica, Leonor, la menor de tres hermanos, se inclinó por el derecho, un poco porque desde niña fue argumentativa- aunque no irrespetuosa aclara- y también porque quería trazarse su propia ruta y no seguir un camino ya andado por sus padres y la están apoyando siendo una abogada: “Que ellos estén orgullosos de mí es clave, pues me crié en un hogar de izquierda y estoy en la ANEP. En los esquemas tradicionales eso es disruptivo. El que mis padres estén orgullosos es bueno, porque entienden lo que quiero hacer, es como una validación para seguir en este rumbo donde se pueden alcanzar un montón de metas. Su orgullo me indica a mi, que Sigo apegada a mis principios y valores”.
Cuando Leonor estudiaba derecho, descubrió el camino que quería seguir: la discusión de los temas de país y la generación de políticas públicas.
“Yo entendí que quería ser una abogada que se dedicara a formular políticas públicas, empecé a trabajar en varias instituciones y me di cuenta que el derecho puede ser una herramienta para solucionar problema sociales. Me fui encontrando y vi que mi vocación era lo público, por eso elegí la maestría y es el campo en el que quiero desarrollarme aún más”, contó.
A sus 34 años Leonor ha trabajado en instituciones públicas, fundaciones y organismos internacionales, así como también gobiernos extranjeros, asesorando, sobre todo, en las áreas de: política educativa y política socioeconómica; institucionalidad, sistemas políticos y Estado de Derecho.
Para ella El Salvador enfrenta muchos desafíos, pero uno de los más urgentes es la desigualdad de oportunidades, sobre todo en lo que se refiere a educación y trabajo.
“A mí, al final del día lo que más me choca del país es la desigualdad, y sobre todo en dos áreas que yo he trabajado y que explican por qué estoy en ANEP. Una es la educación, porque no hay suficientes recursos y es lo único que permite exponer tu talento y tu potencial, con la educación sí podés cambiar la vida de las personas, pero creo que las reformas que necesitamos para alcanzar igualdad en educación son a largo plazo”, explicó.
También ve urgente la necesidad de generar más y mejores empleos que garanticen a la gente prosperar. La gente quiere oportunidades y merece tener las condiciones para construir plenamente el proyecto de vida que sueñan, para ellos y sus familias.
Su llegada a ANEP
Leonor dice que a lo largo de su experiencia ha entendido también que para lograr incidir en cambios profundos de país es necesario estar en puestos de decisión y por ello tomó la decisión de ingresar primero a la política- en las pasadas elecciones fue candidata a diputada de Nuestro Tiempo – y luego de renunciar al partido, incorporarse a ANEP.
“Lo que la gente más necesita es trabajo, darle oportunidades a tus hijos, darle oportunidades de educación, solo generando más empleos para más personas se le da oportunidad de construirse una vida más digna. La verdadera trampa de la pobreza es que no tenés opciones de salida para que tú decidas que tipo de vida querés tener”, señaló.
Por ello participó en el proceso de selección para convertirse en la primera directora ejecutiva de ANEP, convencida que desde ahí podrá incidir en cambios que le permitan construir un mejor país.
Recibir la oferta del cargo la sorprendió, cuenta, pero amante de los retos siguió todo el proceso. “Me di cuenta de que había un elemento disruptivo- elegir una mujer y joven- era una oportunidad, ANEP estaba tomando una decisión audaz, apostándole a la renovación y con un enfoque más social, aún sabiendo que iba a ser un proceso ligeramente complejo y esa es la chispita que lo hizo atractivo para mí”, cuenta.
Desde el día uno tuvo claro que había sido elegida por su perfil y por la decisión que tomó la gremial de renovarse y transformarse y está convencida que desde ahí podrá ver concretado uno de sus máximos anhelos: diseñar políticas públicas que generen mejores condiciones para la gente.
EN UNA FRASE:
Leonor: Audaz
ANEP : Fuerte
Dios: El que está al volante
Desafío: El tiempo es mi mayor desafío
Democracia: Esperanza
Constitución: En riesgo
El Salvador: Vale la pena
Mujeres: Poder