Emprendedora, madre y futura abogada. Sibia es una mujer que comenzó vendiendo de manera informal en el centro capitalino y poco a poco se abrió camino a la formalidad. Hoy posee un kiosco de venta de accesorios para celulares en un centro comercial y planes de abrir un segundo kiosco pronto. Tiene tres empleadas a tiempo completo y grandes ideas para empoderar a más mujeres que como ella, luchan a diario por salir adelante.
Instagram : @kioscotech
Sibia Salazar aprendió desde niña la importancia del trabajo duro cuando acompañaba a su madre a un puesto de venta de lentes en el corazón del centro capitalino.
La mayor de tres hermanos aprendió de doña Dalila, su madre, no solo cómo vender de manera informal sino a sobrevivir trabajando bajo las balas, bajo el inclemente sol o sorteando tormentas.
“Mi mamá tuvo su negocio por 22 años y me enseñó a seguir adelante y me decía: “Vos ponéte las pilas, nunca te rindas, tenés que aprender a salir adelante”. Ella me decía que con trabajo se logra todo, cuenta.
Madre de tres niñas y con un padre ausente, toda esa enseñanza que adquirió junto a una madre la hizo una mujer fuerte y valiente.
Hace diez años cuando se quedó sola a cargo de sus pequeñas, colocó un negocio también en el centro histórico de la capital. Un emprendimiento innovador para la época – venta de accesorios y reparación de teléfonos móviles- mismos que ella aprendió a arreglar.
Como trabajó desde muy niña, sabía bien cómo sobrevivir en el centro de San Salvador y ahí permaneció frente a la catedral metropolitana por diez años y con mucho esfuerzo sacó adelante a sus hijas Silem, Naomy y Allison, hoy de 22, 20 y 15 años.
“Nunca involucré a mis hijas en el negocio, sí les enseñé que el esfuerzo es importante para salir adelante pero nunca las metí, porque quería romper ese ciclo y que ellas se superaran lo más que pudieran”, cuenta.
Hoy la mayor estudia aviación, la segunda medicina y la tercera está por terminar el tercer ciclo y saben que pueden llegar donde sea, si se lo proponen.
Una apuesta por las mujeres
Hace cuatro años y tras remodelaciones en el centro capitalino, abundante competencia y acoso por extorsiones, Sibia se vio obligada a cerrar su negocio.
Al principio dice, se vino abajo, pero rápido y con el sólido apoyo de su pareja actual, se levantó y apostó por algo más grande. Se hizo una trabajadora del sector formal, colocó un kiosco al que bautizó como Kioscotech y continuó con su venta de accesorios para celulares.
Sin embargo, fue un cambio completo para ella, explica. Porque ya no podía pregonar sus productos, debido a reglas donde está ubicado su negocio, también debía pagar impuestos, sin importar si iban bien o mal las ventas, contratar un contador y adaptarse.
Hoy, cuenta orgullosa que en cuatro años ya posee tres colaboradoras fijas y una clientela fiel en un lugar seguro, donde las tormentas las mira a través de una ventana y el inclemente sol es parte del pasado.
La emprendedora asegura que como mujer le ha costado abrirse camino y que ha visto como muchas se enfrentan al machismo y no tienen las mismas oportunidades que los hombres. Por eso ella tiene como requisito que sus colaboradoras sean mujeres que quieran superarse.
“Yo empecé con nada, haciendo recargas y ahorraba en bolsitas el dinero que ganaba y eso me ayudaba, ese era mi sueldo. Ahora tengo tres empleadas, todas mujeres, se les paga seguro, afp y todo. La última que tengo fue trabajadora de limpieza y le enseñamos que hay que superarse. Ella está muy agradecida con la oportunidad que se la ha dado”, agrega orgullosa.
Sibia predica con su ejemplo, cuando ya pudo sostener su negocio y a sus hijas y con el apoyo de su pareja, inició una carrera universitaria, Ciencias Jurídicas, y orgullosa cuenta que solo le quedan once asignaturas para alcanzar su título y ya está llena de planes de lo que hará cuando se gradúe de abogada.
“A raíz de tantas cosas que pasé en la vida, decidí estudiar ciencias jurídicas, me gusta lo laboral y familia, y en esa línea deseo poner una fundación para mujeres que no tienen capacidad para recuperar a sus hijos, para un divorcio y para que sepan de leyes que las amparan”, explica.
Sobre su emprendimiento, dice que se siente satisfecha de que ahora es una pequeña empresa familiar. “Mi hija Naomy lleva facturación, mi esposo ve el tema financiero, cuánto es la meta y la venta diaria y a mí me gusta renovar, siempre me gusta innovar con cada accesorio, me gusta tener nuevos productos”, explica.
Ella dice que además de innovar el dueño de un negocio, pequeño o grande, siempre debe confiar en sus capacidades y sobre todo colocar su fe en Dios.
“Uno no debe dejar de pedirle a Dios y ponerlo en primer lugar, cada proyecto que uno haga hay que orar, pedirle la dirección a Dios y no dejar nunca que alguien nos diga que como mujer no podemos lograr algo, siempre al final del túnel hay una luz”, concluye la emprendedora.