Innerbloom Coffee es un negocio que combina la comercialización de café con el conocimiento del grano de oro. Su fundador ofrece café salvadoreño, pero como propuesta de valor le brinda al cliente una clase básica sobre la bebida.
Juan Francisco Sánchez tiene una pasión especial por el café, que además de ser su bebida favorita es lo que le da sustento desde hace seis años.
Barista de profesión, conoce la mayoría de variedades que se cultivan en el país, las diferencias en aromas y sabores, lo que puede ocasionar un tostado del grano sobre otro, el que este venga o no lavado y más.
El joven comenzó como mesero en una cafetería de la capital, pero se dio cuenta que esta bebida ofrecía un mundo de historia e información que la gente quería conocer.
“La gente iba a la cafetería a beber café, pero hacían preguntas sobre la variedad del que estaban tomando, de qué zona del país era y más, eso me obligaba a irme informando y aprendiendo”, contó el emprendedor.
Entonces se preparó tomando varios cursos, se graduó como barista- especialista en mezclas- y comenzó a gestar una idea: abrir una cafetería que fuese una especie de biblioteca del café. Es decir una cafetería donde la gente llegara y además de beber una deliciosa taza del aromático, pudiera conocer y aprender sobre la bebida.
“Yo pensaba en que el cliente recibiera el café con valor agregado, en eso estaba cuando me quedé sin trabajo y esa fue la oportunidad para echar a andar el proyecto. Primero me asocié con productores de café y les pedí el café a crédito y creyeron en mi idea y a medida fui ganando, les fui pagando”, contó el joven.
Todavía no ha abierto la cafetería, pero ya posee el equipo necesario para tostar café, colarlo, procesarlo y servirlo en diferentes maneras y dar ese bono extra que tanto anhela.
Antes de la pandemia acudía a eventos, bodas, fiestas corporativas o similares y brindaba un pequeño espectáculo, mientras la gente bebía el café él daba una charla sobre la bebida.
La pandemia le frenó la asistencia a estos eventos, pero siguió vendiendo café en bolsa y llevándolo a domicilio y cada vez que lo entregaba también ofrecía una pequeña información del producto.
Por ahora trabaja con diez fincas e igual número de productores salvadoreños de todas las zonas del país y está optimista que cada vez se vayan sumando más, porque eso promueve el consumo local de cafés de gran calidad.
En sus redes sociales, el joven publica toda la información de cada una de las fincas con las que trabaja para que los clientes a la hora de adquirir una libra de café de determinada hacienda puedan conocer de primera mano de qué finca viene, a qué familia pertenece, la historia tras ese café y más.
“Básicamente lo que estoy haciendo es aplicar mis estudios de barismo en el servicio, sino puedo dar la clase presencial, lo explico en las redes o cuando entrego el producto, lo valioso es que la gente aprenda a conocer más de este cultivo tan importante y disfrute aún más a la hora de tomarlo”, explicó.
Juan Francisco no tiene local, su equipo de trabajo lo guarda en su casa y desde ahí tuesta el café cada semana, para que llegue fresco a sus clientes y sigue distribuyéndolo a domicilio.
A medida se abra la economía espera poder asistir a más eventos y su mayor anhelo es abrir pronto, no una sino varias cafeterías donde pueda echar a andar el proyecto en todo su esplendor.
“Mis planes a futuro son montar una cafetería o varias, para poder combinar el servir café con el conocimiento, pero además quiero crear una fundación para los niños de las fincas, ese es mi mayor objetivo, que parte de los ingresos de las cafeterías sirvan para dar oportunidades a los niños y que dejen de ir a las cortas”, contó el joven quien asegura que espera abrir la primera de sus cafeterías en un par de años.