Raquel e Isaac son pareja y desde hace cinco años son socios de un delicioso emprendimiento “Helados Sonrisa” que nació debido a una crisis económica que experimentaron y que hoy, es la razón que lo que los mueve y que los mantiene unidos y llenos de sueños.
Raquel Mira es una cuentista nata. Cuando se habla con ella es fácil imaginar lo que cuenta, reírse con sus anécdotas, experimentar la angustia que vivió cuando debió cerrar su negocio producto de la pandemia o saborear las recetas de sus peculiares helados, al escucharla describirlos.
Habla con rapidez y también con entusiasmo, e Isaac, junto a ella, apenas emite un par de palabras. Y eso que a primera vista los hace distintos es sin duda la clave de su negocio, ambos se complementan.
“Hay un común denominador que hace que todo funcione y es lo que sobrepasa cualquier diferencia entre nosotros y es la pasión que le ponemos a esto, tenemos un gran amor y pasión por lo que hacemos…”, cuenta Raquel.
Ambos son propietarios de Helados Sonrisa con sede en Santa Tecla, se hacen llamar #LaSonrisadeTecla y han sido nominados de entre 100 proyectos, como uno de 10 los mejores por la iniciativa Santa Tecla Emprende de ese municipio, donde ellos recibieron una capacitación.
Helados Sonrisa surgió luego de una crisis, así que hoy, no hay crisis que los detenga. En el 2015 Isaac que trabajaba como técnico de mantenimiento de computadoras perdió su empleo y desesperado al no encontrar un nuevo trabajo se marchó a la ciudad de Santa Ana, donde tenía familiares.
Raquel desde Santa Tecla lo animó a buscar alternativas para salir adelante. En la casa de Isaac había una espacio para bodega de carretones de minutas y sorbetes y uno de los propietarios, don Pedro Figueroa, que llevaba más de 40 años de experiencia en la elaboración de helado artesanal, le ofreció no solo el carretón sino la enseñanza del producto.
Isaac dudó en salir a la calle y empujar un carretón vendiendo sorbete, pero la necesidad de generar ingresos y el entusiasmo de Raquel, lo animaron.
El primer día no solo vendió todo sino que junto a su novia, comenzó el sueño del que hoy día hablan con tanta pasión y alegría: Helados Sonrisa.
Don Pedro les enseñó a elaborar tres sabores- tamarindo, mora y leche- y fue Isaac, reconoce Raquel, quien se volcó a aprender sin descanso.
Hoy ofrecen al menos 40 variedades de sorbete de carretón, que van desde los tradicionales de coco, tamarindo y fresa, hasta el de tamarindo con chile, el Mojito de fresa (helado gurmé de fresa, limón un toque de hierba buena y aromatizado con ron), arroz en leche, cacao con chile y hasta de aguacate.
Hay tantas variedades como clientes que a lo largo de cinco años se han convertido en fieles consumidores de los ya reconocidos Helados Sonrisa.
“Con el tiempo hemos visto que esto es más que un helado, tiene historia, cultura y tiene arte. Este año, en plena pandemia se ha hecho parte de nuestra filosofía, poner esos tres ingredientes a cada helado”, cuenta orgullosa Raquel.
La reinvención con la pandemia
Si bien comenzaron en 2015, en 2017se instalaron en el Paseo El Carmen donde permanecieron hasta marzo de 2020 ya que producto de la crisis por la pandemia, debieron cerrar.
“Sí fue una crisis, fue duro, pero nacimos producto de otra crisis y eso no nos iba a hacer caer, así que nos enfocamos en el único pilar de la cadena que nos quedaba, ofrecer el producto a domicilio y eso no solo nos mantuvo a flote, sino que nos permitió reinventarnos y replantearnos muchas cosas”, contó Raquel.
Fortalecieron el servicio a domicilio, ampliaron su área de cobertura y por supuesto, se reinventaron en la parte digital.
Hoy Helados Sonrisa está en casi todas las redes sociales y además cuenta con una página web y la pareja de novios, ya planea más cosas, como apoyar a otros que como ellos pudieron salir adelante con un carretón de sorbete. Imitar lo que don Pedro Figueroa, hizo por ellos.
Raquel e Isaac quieren enseñar el oficio a otros salvadoreños, sobre todo mujeres, para que Helados Sonrisa llegue a otros municipios y departamentos y les permita a muchos que están con números rojos, mejorar sus ingresos y su calidad de vida.
También quieren llevar su línea gurmé a restaurantes y tocar puertas en restaurantes y hoteles de La Libertad para comercializar sus helados.
Raquel insiste que lo que describe mejor la fortaleza de la pequeña empresa es la pasión que le ponen a cada cosa que hacen, el entusiasmo que hay tras cada nuevo sabor que lanzan.
“Si queremos emprender tenemos que hacer algo que realmente amemos, algo que nos enamore, algo que nos haga clic, porque si no nos hace clic a la hora de una crisis es más fácil tirar la toalla. Además hay que buscar emprendimientos que sean fáciles de escalar y autosostenibles. Nosotros amamos el proyecto, estamos increíblemente enamorados”, concluye Raquel.