Gladys Urquía es una de las salvadoreñas más conocidas en redes sociales que conquista por su simpatía, pero además la joven de 25 años es una inspiración para muchos, porque siendo comerciante del mercado de mayoreo La Tiendona logró graduarse de la universidad y lo celebró ahí mismo en ese lugar donde ha crecido y forjado ese espíritu guerrero que la identifica.
La influencia de Gladys en redes sociales es tal que, en un solo día, un posteo suyo superó los 11,000 me gusta. En su cuenta de Twitter acumula 6,774 seguidores entre políticos, periodistas, empresarios y salvadoreños que ven en ella una inspiración.
Y es que la joven, hija de Marcos, un zapatero que trabaja como empleado de limpieza, y María, una comerciante de verduras, ha vencido con estoicismo varias batallas que la vida le ha presentado y vive agradecida de cómo ha salido adelante.
Se llama a sí misma “un milagro que camina”, porque de niña venció la enfermedad Guillain Barré y de adolescente un cáncer invasivo de colon.
Gladys documenta en sus redes sociales lo que le ocurre y poco a poco ha ido contando su historia que ha sido aplaudida por muchos que admiran su coraje y las ganas que le pone a la vida.
Nació y se crió en San Marcos, un municipio ubicado al sur de San Salvador y desde niña acompañó a su mamá al mercado a vender primero verduras y últimamente papas.
Creció entre comerciantes y carga bultos, un mundo que asegura está lleno de luchas, trabajo duro y mucho sacrificio, pero también un lugar donde hay mucho talento y gente que quiere salir adelante.
Gladys que usa las redes para mostrar las historias del mercado, también las utiliza para señalar los problemas del país y asegura que vive en carne propia las desigualdades que experimentan muchos salvadoreños.
“Dentro del mercado yo sé la realidad del plan control territorial, como usuaria del sistema público conozco cómo funciona el sistema de hospitales públicos, le puedo hablar del transporte público porque viajo en bus. Son temas que vivo a diario y me gusta generar opiniones y por eso algunos me critican, pero yo creo que, si se puede, hay que alzar la voz”, dice convencida.
Un título para todos
Gladys que desde niña fue inquieta y extrovertida e incluso participó en programas infantiles de radio, soñaba con ser doctora y al graduarse de bachillerato logró un cupo en la universidad de El Salvador.
Sin embargo, justo el primer día de clases un dolor agudo la llevó a la emergencia de un hospital donde le diagnosticaron apendicitis.
La operaron de emergencia dos días después de cumplir 18 años, y eso frenó su ingreso a la universidad. Días más tarde le diagnosticaron un tumor en el colon que había invadido su apéndice y debió someterse a otra cirugía.
Con varios familiares que perdieron su lucha contra el cáncer, la joven asegura que esa experiencia la marcó a tal punto que hoy está convencida de vivir al máximo cada día.
Comunicadora nata, hace unos años retomó la idea de ir a la universidad y optó por estudiar técnico en periodismo convencida de que quería superarse y sacar a su mamá del puesto del mercado.
Obtuvo su título el pasado 21 de mayo, y no fue fácil, se enfrentó a meses en los que no tenía para pagar la cuota de la universidad, tampoco tenía una buena computadora, pero poco a poco y con mucho esfuerzo salió adelante.
Asegura que muchas veces dobló rodillas y se encomendó a Dios y logró sortear las dificultades con apoyo de amigos, familiares y hasta desconocidos. Uno de los cuales de manera anónima le ayudó con sus gastos de graduación.
Para la joven, que luce orgullosa un tatuaje que simboliza la fe, es Dios quien le ha ayudado a superar cada tropiezo y ha formado ese carácter en el que no cabe un imposible.
“Yo estoy convencida de que si nos esforzamos, y nos lo proponemos podemos lograr todo lo que queramos. Las barreras están en la mente y es lo principal que hay que controlar. Dios no se queda con nada, al final tiene siempre una puerta preparada para cada uno”, dice convencida.
El viernes 21 de mayo Gladys se graduó de técnico en periodismo y su alegría fue tal que lo primero que hizo fue regresar al mercado a mostrarlo y compartirlo con la gente que la ha visto crecer, y aseguró que el título no es solo suyo, es de muchos comerciantes que le ayudaron.
Ahora, la joven, que sigue levantándose a las cuatro de la mañana para ir al mercado, planea continuar con la licenciatura, también anhela obtener un empleo fijo que le permita obtener experiencia e ingresos que le faciliten mejorar las condiciones de vida de ella y de sus padres.
También sueña con crear una fundación para ayudar a personas enfermas de cáncer o gente que como ella quiere superarse.