A sus 27 años y graduado de Comunicaciones de una universidad privada, Gabriel Juárez, conocido como Gabbo asegura que emprender es su forma de vida y aunque sabe que es momento de crisis, no abandonará la idea de salir adelante con algo propio y con ello ayudar a otros a seguir ese camino.
Gabriel Juárez es el mayor de dos hermanos y un santaneco que ama su tierra natal y entre sus prioridades está impulsar el desarrollo de la Ciudad Morena, sobre todo el talento local.
Obtener un empleo formal no está en sus planes y aunque sus padres le han insistido que busque un trabajo estable e ingresos seguros, a él le apasiona el tambaleante mundo de los emprendedores y ahí, asegura, se quedará.
Su abuela doña María Gloria Torres es una de las personas que más ha influido en la vida de este joven. Gabriel contó que la señora mantuvo por varias décadas un popular comedor en la ciudad de Santa Ana donde daba empleo a mucha gente y también brindaba comida gratuita a quienes no podían pagarla.
El comedor Gloria que además era la casa familiar fue el lugar donde Gabriel dio sus primeros pasos como negociante. “En los jardines del comedor había un árbol de Guayaba y yo las cortaba y se las vendía a los clientes, cuando ya se aburrieron de comerlas, mi abuela me enseñó a hacer mermelada de guayaba y también la vendía, ya de chiquito me ganaba el dinero solo”, recordó orgulloso.
También recopilaba juguetes de las populares sorpresas que vendían en las tiendas y armaba cartoncitos para rifarlas entre sus primos por un pequeño costo.
Ya en la universidad vendía corbatines hechos por él mismo que se hicieron populares entre sus compañeros y ahí dice descubrió que eso era lo que quería hacer, tener algo propio.
Si bien estudió Comunicaciones y realizó trabajos en ese rubro y como organizador de eventos cuando vivía en la capital, siempre tuvo en mente regresar a Santa Ana y montar su propio negocio, sueño que concretó hace cuatro años al fundar La Casa de los emprendedores.
Gabriel asegura que con apenas 23 años decidió alquilar una vivienda amplia en pleno centro de Santa Ana y montar su negocio de accesorios y ropa y al mismo tiempo alquilar espacios a más de 25 santanecos que no encontraban espacios para exponer sus productos.
“Hice una pequeña investigación que uno de los problemas era que los emprendedores no tenían dinero para pagar solo altos precios de alquiler, así que decidí alquilar la casa y nos unimos entre todos para pagarla”, explicó.
El lugar se convirtió en un colectivo que durante cuatro años alojó a dos tipos de emprendedores, los que vendían chocolates, productos artesanales, ropa y accesorios y los que ofrecían servicios.
Montar ese lugar, dice el joven, fue todo un reto, porque debió aprender a organizar los pagos de un montón de gente e incluso a lidiar con conflictos entre ellos, pero también aprendió muchísimo de cada una de las personas que alquiló un espacio.
“Estos cuatro años como emprendedor no me he hecho millonario pero he aprendido muchísimo, más que la universidad. Estos cuatro años han sido mi maestría, aprendí como atender al cliente, cómo manejar conflictos, de finanzas, de relaciones públicas, de todo. Para mi ese tiempo ha sido de enriquecimiento personal, la vida real enseña más que cualquier estudio” dijo el joven.
Sin embargo este año debido a las restricciones por la pandemia los emprendedores fueron abandonando los locales y aunque ya se reactivó la economía, los que ofrecían productos, que eran la mayoría, no pudieron regresar.
“La crisis nos golpeó muy fuerte a todos y muchos están con sus finanzas tan complicadas que no han podido reactivarse, así que estoy planeando otro proyecto para apoyarlos y que podamos todos salir adelante”, explicó.
La marca Gurú y los nuevos proyectos
Gabriel está buscando un local todavía más céntrico, de preferencia en una plaza que tenga un nivel de exposición más grande y cuente con estacionamientos, para abrir de nuevo ese espacio tan necesario para los emprendedores.
“Yo quiero volver a montar la casa pero los emprendedores han quedado sin presupuesto para invertir y estamos viendo de qué manera nos unimos todos para volver a reactivarnos”, explicó.
Al mismo tiempo aprovechará para lanzar ya de manera oficial su marca de ropa informal para caballeros a la que ha bautizado como Gurú. Son prendas que están siendo elaboradas por sastres y costureras salvadoreños y que ha tenido una muy buena aceptación.
Gabbo montará el negocio y confía en que poco a poco irán sumándose a la tienda otros emprendedores que como él, quieran salir adelante.
Él asegura que emprender no ha sido fácil porque es un mundo lleno de tropiezos y de altas y bajas.
“Lo más difícil para mí ha sido el financiamiento. Invertir da miedo, todo tiene riesgo, pero el que no arriesga no gana, y uno hace créditos con usureros o préstamos con financieras que dan intereses altos, porque no tenemos accesos a la banca o a cooperativas y nos vemos limitados y hay peligro de que se frustren los sueños”, advirtió.
Sin embargo el joven cree que si se tiene una idea y ganas de apostar por algo propio, la gente debe hacerlo y si se equivoca en el camino, también será un aprendizaje, afirmó.
Gabbo sueña con seguir creciendo y aunque reconoce que son tiempos difíciles ya hace planes para innovar y seguir adelante. “Yo ya tengo la etiqueta de emprendedor pero acá en Santa Ana, tengo como objetivo irme a la capital y promover mi marca de emprender como un estilo de vida, hacer con mi marca mucho más ruido y por supuesto, ayudar a otros que como yo están inmersos en este mundo”, concluyó.