Flores, caracoles, semillas, granos de café y hasta trozos de papel o piezas de tela teñidas en añil encapsuladas en resina y transformadas en anillos, collares, aretes, colgantes y un sinfín de accesorios son elaborados por Laura Laínez, una apasionada del reciclaje y con un desborde de creatividad que vuelca en cada pieza que crea.
Instagram : corchoylata
Facebook: Corcho&Lata by Lu
“Los ojos y el corazón siempre alertas” esa es la clave para alguien que crea con sus manos, sentencia Laura Laínez, creadora de la marca Corcho&Lata, un ingenioso emprendimiento por medio del cual ella ofrece anillos, aretes, colgantes y otros accesorios que combinan flores, semillas, papel, caracoles o troncos encapsulados en resina.
Apasionada del reciclaje, Laura está convencida de que la mayoría de lo que otros desechan tiene una segunda oportunidad de vida y ella lo aprovecha al máximo al crear sus piezas.
“La inspiración me llega de observar, de ver con atención qué materiales puedo yo utilizar. Uso tronquitos que recojo del mar, conchas, semillas. Creo que la persona que se dedica a crear algo con sus manos tiene que tener sus sentidos siempre alertas, porque los materiales están en todas partes”, explica.
Además de emprendedora Laura es maestra de parvularia, escritora y editora de libros infantiles, ama de casa, esposa, y mamá de Ximena de 22 años. También pinta, hace crochet y cose. Pero sus grandes pasiones son tanto enseñar como elaborar sus accesorios.
Desde niña la joven emprendedora soñó con ser maestra, y como la mayor de cuatro hermanos, además de ser la mandona de la familia, cuenta divertida, era la profesora de la casa. Sentaba primero a sus muñecas y luego a sus hermanos para darles clases. Luego siendo todavía una niña tuvo a cargo las clases dominicales de su iglesia.
Aunque la enseñanza era su pasión, también le gustaba crear y asegura que sus padres le dieron a ella y sus hermanos la libertad para explorar y eso despertó de inmediato su creatividad.
“Yo siempre fui muy habilidosa con las manos, siempre pude cortar manchar, pegar. Siempre me dieron la oportunidad de experimentar con materiales, yo fui una niña que tuvo a mano tijeras, cartón, pegamento, cajas y de ahí se me abrió el mundo”, recuerda.
Se decidió a estudiar la carrera de diseño artesanal en una universidad privada, pero mientras estudiaba le llegó la oportunidad de trabajar en un kínder y dejó la carrera para dedicarse a la educación, profesión que luego estudió de manera formal y que asegura le fascina.
Un emprendimiento con propósito
Corcho&Lata nació oficialmente hace seis años, a prueba y error Laura elaboró primero anillos de corcholata y luego fue ampliando tanto su catálogo de piezas como el uso de nuevos materiales reciclados como papel o tela, hasta recursos que toma de la naturaleza como semillas o caracoles, granos de café o flores.
“Comencé a probar con diferentes tipos de resina y las estudié y encontré una que me permitió darle a las piezas el brillo como que estuvieran en vidrio y ya de ahí no paré en crear los accesorios. Es un proceso complejo porque una pieza para que esté lista puede llevar de ocho horas hasta tres días, por el tema del secado” cuenta.
Sus primeras clientas fueron más de una veintena de maestras del colegio donde labora, a quienes agradece haber lucido sus primeros trabajos. Luego llegó la página en redes sociales y es la demanda de más artículos lo que hace innovar todos los días.
“Todas mis compañeras me apoyaban y compraban, a pesar que eran cosas recicladas. Empecé con tapaderas de botella, corcholatas, y vi que se podía llevar eso a otro nivel y comencé a buscar espacios para vender accesorios y llegué a un par de tiendas que me abrieron sus puertas, una fue la tienda de la reconocida diseñadora Lula Mena y otra, la tienda Nahanché y así fue como empecé a comercializarlos y luego vinieron los mercaditos”, cuenta.
La delicadeza y calidad de sus piezas ya le ha permitido vender- a través de intermediarios- en Milán, Italia, Taiwán, República Dominicana, Islas Vírgenes, Canadá y varios países más y eso la llena de enorme orgullo. Sin embargo, su mayor satisfacción, asegura, es que a través de lo que hace también promueve la importancia de reciclar y con sus piezas, muestra el valor que puede tener algo que se consideraba de desecho.
“Yo me siento agradecida de poder crear conciencia en la gente y mostrarles que los desechos pueden tener una segunda oportunidad y que se pueden crear piezas únicas y lindas. Una de las satisfacciones más grandes es ser ejemplo para mis alumnos del Kínder, porque yo les hablo de lo que hago y eso me permite despertar conciencia en ellos”, explica.
Esposa de un diseñador gráfico y con su hija Ximena estudiando diseño textil, Laura anhela poder trabajar con ambos en más proyectos que vayan sobre la misma línea. También quiere crear su propia tienda física y su página en línea para comercializar al exterior de manera más formal, pero va paso a paso, reitera.
Para ella emprender es un desafío cotidiano pero la clave dice es innovar, renovarse cada día y tener los sentidos y el corazón alertas para aprovechar cada oportunidad que llega o saber dónde buscarla y si hay desaciertos, quedarse con las lecciones aprendidas, acota.