Collares, brazaletes, anillos geométricos y pulseras en madera en vivos colores y de grandes tamaños es la esencia de Chiboleta, un emprendimiento que promueve la valentía, el coraje y el valor de ser mujer. Su creadora Brenda Perla es una artista de joyería artesanal y también una luchadora.
Atrevida, intrépida y luchadora, así es Brenda Perla una mujer que no solo emprendió en un rubro poco común para su género, la carpintería, primero con un negocio de enmarcado y luego con la joyería artesanal en madera. Ella maneja a la perfección pulidoras, cortadoras, taladros de banco y todo tipo de maquinaria de este oficio y muestra orgullosa las cicatrices que esto le ha dejado en sus manos.
Cada decisión que toma la emprendedora es audaz. Cerró su negocio de enmarcado de cuadros, que ella misma fundó hace 20 años y hace cinco migró a lo que era su sueño, la joyería artesanal y aunque se le cerraron puertas, siguió adelante.
Además, en medio de la incertidumbre económica y política con que comenzó 2021, ella abrió su tienda en enero y está entusiasta y decidida a crecer. Brenda reconoce que va contracorriente, pero es porque sigue su corazón y porque asegura que la fe y el apoyo de su familia le dan ese coraje.
Sus accesorios parecen ser un reflejo de lo que ella representa. Atrevidos, por su tamaño y sus llamativos colores, ella aclara que reflejan la alegría de ser mujer, la valentía, el coraje y toda esa fuerza que las caracteriza.
La emprendedora dice que sus joyas hechas en madera han tenido en sí mismas que abrirse espacio, porque muchas clientas acostumbradas a lo sobrio y a piezas pequeñas, se han arriesgado a usarlos y eso la ha hecho inmensamente feliz.
“Mi mayor logro ha sido la aceptación, quitar aquello tradicional en las personas, ese miedo de llevar algo tan exótico o colorido. Muchas le tenemos miedo al color y a sobresalir, pero poco a poco he visto los cambios, desde chiquitas que le tienen miedo a accesorios grandes hasta mujeres que solo usaban piezas sobrias y ahora son fieles a mis productos”, contó.
La joyería que elabora es cien por ciento artesanal y cada pieza es única, ninguna es igual a otra, y la hace solo Brenda. Brenda diseña, corta, lija y pule cada pieza, pero cuando la demanda se incrementa, le ayuda un carpintero.
El “sí “como impulso cotidiano
El primer taller de sus joyas artesanales lo instaló en su casa, y luego ante la curiosidad de sus clientas también acomodó su primera tienda y poco a poco fue innovando con más diseños.
La emprendedora que también estudió diseño artesanal en una universidad privada, destaca el apoyo de sus padres, de su hija y de su novio, que la empujan en cada paso que da y que la han convertido en la mujer que es hoy.
“Yo he aprendido a no tener miedo o si se teme, igual hay que lanzarse. A todo digo sí, ese es mi impulso y de mis padres me viene eso de ser luchadora y no rendirme, aunque a veces las cosas no vayan del todo bien”, cuenta.
Y es que cuando comenzó, asegura que se le cerraron muchas puertas, porque su producto no era tradicional ni de tendencia en el país, pero ahora esas personas que le cerraron puertas comienzan a buscarla y eso, afirma, la llena de satisfacción.
Brenda cree que para crecer como emprendedora el primer requisito es creer en el producto que se hace y defenderlo con uñas y dientes y por supuesto, creer en uno mismo.
Además, está convencida que nunca hay que perder de vista el camino andado, ese mismo que permite visualizar con claridad cada logro o tropiezo.
“Mucha gente dice que no hay que ver para atrás, pero yo todos los días miro para atrás y recuerdo cómo empecé en una mesita jugando con piezas y hoy, tengo mi tiendita, me gusta ver para atrás para ver el camino andado y agarrar impulso y decir, si ya recorrí todo esto, ¿cómo me rindo? Eso no está permitido”, asegura.
Contrario a lo esperado para ella, el 2020 fue un año de impulso. La gente aceptó de manera masiva sus accesorios y aunque debió contratar servicio a domicilio, la curiosidad e interés de las clientas la hizo dar el siguiente paso, abrir una tienda más formal y salir de casa, donde había comenzado.
Aunque sueña con que sus productos se vayan en una gira de un artista reconocido, se concentra por ahora en su tienda, para ella el mismo negocio va trazando el camino, y su apuesta es crecer en su pequeño y colorido local.