Fátima es una joven apasionada de la cocina que al quedarse sin empleo retomó las viejas recetas familiares y les introdujo su propia sazón para crear más de una treintena de productos, entre salsas, encurtidos, mermeladas, sales saborizadas y más, con las que ha logrado posicionarse como un delicioso referente de comidas envasadas.
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Graduada de Relaciones Internacionales pero emprendedora por naturaleza, Fátima es una salvadoreña que hace magia en la cocina. Desde niña fue una apasionada de los aromas y la sazón que imprimía su abuela, sus tías y demás mujeres de la familia y más tarde convirtió esa herencia culinaria en un exitoso emprendimiento al que bautizo como De Ataño.
Su marca, que además obtuvo uno de los galardones del Premio a la Iniciativa Privada, impulsado por ANEP y YoHago, posee cinco líneas de productos: Mermeladas dulces, salsas picantes, sal saborizada y rubs (especie de condimento), complementos como mueslis (similar a la granola) y miel; y la línea salada que dio origen al emprendimiento, que se basa en encurtidos y chimichurris.
De Antaño nació a finales de 2017, luego que Fátima perdiera su empleo de más de trece años en una institución financiera y ella se viera en la necesidad de formalizar un negocio que además de rentable, le apasionara, y qué mejor que la cocina, la que conocía a la perfección y le fascinaba.
La necesidad de generar ingresos llevó a Fátima a formalizarse como emprendedora, pero reconoce que la mayor parte de su vida se ha dedicado a probar todo tipo de negocios, ropa y accesorios, entre otros, y hasta tuvo un restaurante, que intentó administrar paralelo a su trabajo formal.
Aquellos emprendimientos tuvieron su momento, pero no fue hasta que fundó De Antaño, que volcó todas sus energías y su talento para mantenerlo a flote. De eso han pasado cuatro años y la joven se siente orgullosa que ahora la marca sea distribuida en cinco puntos de venta y sea bastante demandada en mercaditos y ferias o en redes sociales.
Ella es la encargada del emprendimiento, pero tanto su mamá, como su esposo le ayudan, por ello asegura que la parte familiar siempre está presente, aunque ahora tiene su toque personal.
“De Antaño está basado en recetas de mi mamá y de mi abuela, en esencia la forma cómo hacer las mermeladas y los curtidos, pero lo que yo hice fue darle el toque de innovación con combinaciones de sabores, como mermelada con Chía, o la salsa picante con relajo y maní”, explica.
Fátima compra todos los ingredientes desde cero y ha destinado el espacio de una cocina de un familiar para preparar las mezclas y productos y su mayor deseo es poder contar con un espacio propio para crecer en producción y en productos.
“Como emprendimiento nos hemos quedado estancados por el tema de los permisos que hay que sacar porque son alimentos y es una inversión grande. Yo lo que hago es capacitarme lo más que puedo y así conseguir apoyos que me permitan ir paso a paso alcanzando más crecimiento”, cuenta.
“Hay que confiar en la marca y en el producto”
Fátima está convencida que emprender, algo que aprendió de su abuelo, es un camino de curvas, pero la clave es decidirse a hacer algo que ya se conozca y en lo que incluso se sea especialista, para tener menos tropiezos.
Además, ella considera que para tener buenos resultados hay que confiar en la marca y en sí mismo como emprendedor y entender que el éxito no llega de manera instantánea sino paso a paso y siempre habrá errores que deben verse como lecciones.
“Para mí es importante saber escuchar, a clientes, amigos y colegas que pueden ayudarle a crecer. Además, buscar ayudas que de forma gratuita que le pueden apoyar para desarrollar la idea de negocio, hacer el plan o tomar mejores decisiones”, recomienda.
Fátima como la mayoría de los emprendedores aspira a contar con una tienda propia, sin embargo, su mayor sueño es lograr llevar sus salsas, mermeladas y encurtidos fuera de nuestras fronteras.
“Mi idea más real es exportar mis productos, en varios usamos ingredientes nacionales, el tamarindo, el chan y otros, eso es muy valorado y de gran demanda afuera, y que salga de El Salvador para otros países, ese es mi principal objetivo y sueño”, explica convencida.
La joven sabe que el primer paso es conseguir los registros sanitarios, luego analizar cómo exportar y a qué países, pero está convencida que paso a paso se puede lograr.
La emprendedora ya lleva un tiempo trabajando por su sueño, ya sus productos cuentan por ejemplo con la tabla nutricional que exige la FDA (Food and Drug Administration, Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) y ya usa equipos de acero inoxidable, otro requerimiento internacional, aunque reconoce que le falta camino por andar.
“Nos faltan equipos que no son baratos, son inversiones que se tienen que hacer y el premio (a la Iniciativa Privada) otorgado por ANEP abre una esperanza para comenzar a adquirir equipo semi industrializado que me permita crecer y en un futuro hasta exportar”, contó emocionada.
Mientras ese día llega, ella seguirá invirtiendo en su negocio, mezclando sabores y aromas y ofreciendo sus deliciosas salsas y mermeladas que un día podrán poner en alto el nombre de El Salvador a través de la marca De Antaño.