Fundada en el 2001 por un grupo de profesores que querían implementar el método Suzuki, la Escuela Forma Acústica ha formado hasta hoy más de 1,500 niños y jóvenes, algunos de los cuales han hecho carrera musical a nivel internacional.
Su director y fundador es nieto del reconocido compositor salvadoreño José Napoleón Rodríguez y el legado de su abuelo, sigue vigente en su padre, él y sus tres hijos.
Julio César Rodríguez nació en el seno de una familia de músicos, su abuelo el reconocido compositor José Napoleón Rodríguez heredó en el pequeño Julio no solo el talento sino el amor por esta disciplina.
A los cuatro años, cuando otros niños aprendían las primeras letras, Julio obtuvo su primer violín y no lo soltó nunca.
Su padre, uno de los diez hijos del famoso compositor vicentino, fue su primer maestro, pero la inquietud de Julio lo llevó rápido a tomar clases particulares, primero en El Salvador, luego en Estados Unidos, Perú y Europa.
Guitarra, violín, Cello, Viola y piano pasaron por sus manos, pero aunque disfruta tocarlos, enseñar es su pasión.
A sus escasos 19 años comenzó a impartir clases, optando por especializarse en la enseñanza del método Suzuki, algo que para él, más que una técnica de aprendizaje, es una forma de vida.
“Este método no es crear grandes músicos, sin embargo, ha habido alumnos que han estudiado música en el extranjero…eso es un orgullo para nosotros, pero lo que busca el mètodo es formar buenas personas, ciudadanos con un buen corazón y que además les guste la música”, cuenta emocionado.
Y para eso creó hace casi 20 años Forma Acústica Suzuki Music School un referente en El Salvador y en la región, en la enseñanza del método Suzuki.
Unos 1,568 alumnos han pasado por la escuela de Julio y él asegura que su principal orgullo es que muchos son profesionales que se han ido al extranjero a estudiar en prestigiosas universidades y han integrado las orquestas de esas instituciones.
Otra de sus recompensas es que aquellos que llegaron de niños a aprender un instrumento, ahora regresan con sus hijos, para continuar el legado.
“Mi recompensa con los alumnos, verlos tocar, verlos crecer y amar la música…Unos que han viajado a estudiar a Estados Unidos y forman parte de las orquestas de las universidades, otra satisfacción es que los que enseñé de niños, ahora adultos, me traigan a sus hijos, eso es súper bonito”, dice conmovido.
La escuela también brinda clases de estimulación musical temprana para bebés desde los 6 meses de edad a 2 años e iniciación musical para niños de 2 a 4 años.
Forma Acústica posee además su propia orquesta que ha nacido de la misma escuela y que está integrada por alumnos y por algunos maestros.
Julio Rodríguez es docente del Liceo Francés y de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Dr. José Matías Delgado, dirige la Orquesta de Cámara de esa Universidad y la Orquesta de cuerdas del Liceo. Además de la formación de niños y jóvenes, Julio trabaja en dejar un legado y ha formado a centenares de maestros de El Salvador y Centroamérica en el método que tanto ama.
En total ha capacitado 420 profesores nacionales y de otros países como Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica y 465 alumnos de la región, a través de la Asociación Suzuki de El Salvador de la cual es Presidente fundador, en los 8 Festivales Internacionales de Música que han organizado desde el año 2001.
“Es muy importante compartir lo que uno sabe, es parte del método Suzuki, yo siempre he creído que si uno puede enseñar a otro, hay que hacerlo, yo creo que es muy importante en música y en el arte en general, prepararse y compartir lo que se sabe. Como maestros tenemos esa responsabilidad”, contó
El director de la escuela Forma Acústica también ha colaborado con la creación de diversas orquestas infantiles y juveniles de nuestro país como la orquesta de Forma Acústica, la Orquesta de Cuerdas del Liceo Francés, la Orquesta Plancartina del Colegio Guadalupano, y la Orquesta Sinfónica Misionera del Camino Neocatecumenal.
Casado con Alma, quien aprendió también el método y da clases de estimulación temprana, tienen tres hijos de 18, 16 y 13 años que igual que su padre tocan instrumentos, el mayor aprendió violín, el pequeño toca piano y el de en medio, el Cello.
Labor social
Julio está orgulloso de enseñar a otros pero siempre está buscando ir más allá por eso ha formado a unos 80 profesores de diversos lugares del país tanto de la capital como del interior, en donde se han abierto clases de música y muchos niños participan de estos programas como una forma de prevención a la violencia en zonas de riesgo.
La escuela cuenta además con un programa de becas con el que apoya a varios estudiantes que aman la música, pero no tienen los recursos para aprenderla.
Además también asiste a la Escuela de Música Miguel Tomás Murillo de San Esteban Catarina en San Vicente, la tierra de su abuelo, con clases para alumnos y capacitación para maestros.
Como la mayoría de negocios, la pandemia les provocó el cierre inmediato de sus instalaciones y también pérdidas económicas. Antes del confinamiento la escuela impartía clases a unos 110 alumnos, la cifra hoy día ronda la mitad.
“Cerramos la escuela en marzo y empezamos las clases virtuales tiempo después, pero la gente no estaba acostumbrada, pero luego ganamos espacio…”, contó orgulloso.
Las clases online los proyectaron hacia fuera de El Salvador y fueron una plataforma para que niños y jóvenes de Qatar, Italia, Canadá, EE.UU., Chile y Panamá, ahora formen parte de la prestigiosa escuela.