Claudia es una salvadoreña que ha emprendido más de la mitad de su vida. Experta en aderezos hoy elabora pequeñas velas de más de un centenar de figuras desde cactus, suculentas, animales y hasta postres cuya magia radica en lo auténticos que parecen.
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Rodeada de cactus, suculentas, pandas, perritos, patitos, elefantes y varios postres multicolores que parecen listos para saborearse, Claudia se pasa sus días entre moldes de silicón y cera, creando sus peculiares piezas que no solo la llenan de orgullo, sino que le permiten generar ingresos suficientes para apoyar a su esposo con los gastos del hogar.
Madre de Sofía de 25 años y de Héctor de 24, Claudia es una mujer luchadora que siempre ha trabajado en lo propio. Por más de diez años apoyó la economía familiar con la elaboración de aderezos que comercializaba en la exferia Consuma, en mercaditos y sobre todo en comedores universitarios, pupuserías y restaurantes.
La cocina es otra de sus grandes pasiones y también combinaba su negocio de aderezos al que bautizó como LaRoa, con la preparación de postres, el horneo de pavos y otros platillos.
Gracias al éxito de sus delicias culinarias en 2019 se ganó una beca para recibir un taller de lo que ella deseara y ella eligió aprender a hacer velas sin imaginar que dos años después ese aprendizaje le ayudaría a sostenerse económicamente,
El cierre de comedores, pupuserías y restaurantes debido a la emergencia sanitaria en 2020 botó su negocio de aderezos y encerrada en el periodo de confinamiento comenzó a elaborar lo que ya despertaba en ella una enorme pasión, las velas.
“Me puse a hacer velas y llegaron los pedidos y fui perfeccionando las figuras. Desde que aprendí dije que iba a hacer algo original, por eso me especialicé en figuras 3D y postres y luego fueron llegando otros diseños, ahora los productos estrella son los cactus y las suculentas”, cuenta la emprendedora.
Claudia utiliza pedazos de alambre o palillos para perfeccionar cada detalle de sus piezas y gracias a la sugerencia de otros clientes ha introducido nuevos diseños que parecen reales. Así posee postres con trocitos de galleta de chocolate o cereal que lucen casi auténticos.
También ha aprendido a elaborar una especie de terrario hecho totalmente de cera donde están sembrados pequeñas colecciones de suculentas o cactus adornados con diminutas ranitas u hongos, hechos de porcelana fría y proporcionados por otra emprendedora, que le dan un toque aun más atractivo a cada pieza.
La creatividad de Claudia no tiene límite y cuando habla de su trabajo se nota la emoción que le pone a cada figura que realiza. Su catálogo es innumerable, desde animalitos, aves, flores, plantas y productos comestibles. Todos los pinta a mano con pintura acrílica. Llegar a terminar una serie de hasta 50 piezas le puede tomar entre 4 y 5 días, pero ella lo disfruta al máximo.
La disciplina es el ingrediente clave
Aunque Claudia estudió administración de empresas siempre tuvo claro que quería ser mamá a tiempo completo. “Yo quería cinco hijos, pero solo tuve dos, pero quería estar para ellos, por eso siempre quise tener algo propio para estar cerca de ellos”, expresa.
Su esposo, también emprendedor la apoya en sus ideas y juntos fundaron una imprenta que hasta hoy se mantiene en pie y dirigida por él. Sin embargo, Claudia está clara que debía apoyar la economía familiar y siempre elaboró comida para vender, más tarde los aderezos, y hoy, las velas.
La emprendedora reconoce que tener un negocio propio es difícil, pero está convencida que una buena dosis de disciplina es el principal ingrediente.
“Hay que hacerse una disciplina porque no es fácil, hay que dedicarle a la casa, pero también al negocio, estar pendiente de todo, si uno se educa lo puede lograr. Yo hago rutina de todo y me pongo horarios, de lunes a viernes de 9 a 4 me dedico a trabajar, eso es fundamental para sostener algo propio, seguir reglas y horarios. Yo tengo una hora para contestar correos, otra para postear en redes y luego una jornada larga para elaborar las velas”, explica.
Claudia se enorgullece de lo que hace y asegura que son piezas únicas, delicadas y dignas de una artista. “Han tenido una aceptación maravillosa, he tenido más pedidos de velas que de los aderezos”, cuenta emocionada.
Su próximo proyecto es abrir una tienda física donde pueda comercializar sus velas y también sus aderezos y además dar espacio a otros emprendedores que como ella están lleno de creatividad y ganas de crecer.