Catalina López es una joven que ha incursionado en el mundo del diseño de modas, pero con un enfoque artesanal. Su proyecto busca promover la cultura de El Salvador con la introducción de prendas cuya base son los tejidos de palanca y ella les da un toque moderno y de tendencia.
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Ponchos, chaquetas, blusas y vestidos elaborados con telas hechas en telares de palanca, pero con un estilo sofisticado y único son diseñados por Catalina López, bajo su marca Nina Cata.
Catalina de 33 años ha estado en el mundo de la confección casi desde que nació. Sus padres tenían una empresa de elaboración de vestidos de niña y ella desde pequeñita conoció y aprendió a coser y se enamoró de ese mundo.
Aunque sus padres cerraron la fábrica cuando Catalina tenía diez años, ella mantuvo la idea de abrirla de nuevo y al cumplir 20 años montó de nuevo la empresa de confección, pero ofreciendo ropa deportiva y uniformes escolares y empresariales, y la bautizó como Industrias Catalina.
Mientras otros jóvenes de su edad disfrutaban de salidas entre amigos, ella dividía su tiempo entre sus estudios de Mercadeo en una universidad privada de la capital y continuos viajes a su natal Sonsonate, donde está instalada la sede de Industrias Catalina.
La joven reconoce que fueron años de mucho sacrificio y esfuerzo, pero está convencida que valió la pena. “Yo no salía a divertirme, porque tenía claro lo que quería. En ocasiones, viajaba hasta dos veces en un día de Sonsonate a San Salvador y viceversa, y era cansado. Tampoco gastaba, porque debía ahorrar para comprar más máquinas para el taller”, cuenta Catalina.
Trece años después, Industrias Catalina, liderada por esta entusiasta emprendedora, es una empresa consolidada que ofrece ropa deportiva y uniformes escolares para empresas y escuelas públicas, posee siete colaboradores y muchos planes de crecer.
La consolidación de otro sueño
Mientras el taller crecía, Catalina tenía otra meta que desde niña dibujó en sus libretas y cuadernos escolares, y era convertirse en diseñadora de moda.
Para lograrlo, ya sabía de costura, pero se preparó tomando una maestría en diseño de moda y paralelo al crecimiento de su primer emprendimiento, lanzó hace tres años su marca Nina Cata.
“Nina Cata nace bajo el concepto de indumentaria artesanal, se trabajan tejidos artesanales, hechos en telar de palanca, pero se les introduce un toque moderno para que puedan ser piezas que la gente use en lo cotidiano”, cuenta la joven.
Lanzar esta línea ha requerido de mucha investigación de lo que las personas necesitan, de lo que sus clientes desean obtener, y se siente orgullosa del resultado: lograr esa armonía entre lo artesanal y lo moderno.
De acuerdo a la diseñadora, la marca busca reflejar las raíces culturales del país, la calidez que tenemos los salvadoreños y el talento, al transformar estos tejidos en piezas dignas de una pasarela de moda internacional.
“Cuando diseño, transformo el tejido en una pieza más elaborada bajo las tendencias que estén boga. Si bien estamos tejiendo historias, también son diseños que podemos usar a diario ir a la oficina o una fiesta de gala “, explica.
Aunque comenzaron usando tejidos provenientes de San Sebastián, Catalina ha innovado y su emprendimiento ya cuenta con su propio telar, lo que le ha traído grandes resultados.
Para la joven su mayor logro es el crecimiento que ha tenido la marca y destaca el apoyo de sus padres, de su hermana mayor Irma que la lleva siempre a todas partes y la impulsa a seguir y de varios mentores, emprendedores con experiencia que le han ayudado a alcanzar parte de sus sueños.
La joven asegura que hasta el momento ha sacado tres colecciones, unas de las cuales la tiene particularmente entusiasmada porque pasó del tejido de telar, al tejido hecho a partir de papel de golosinas.
“Fue una gran apuesta, porque trabajamos una colección aplicando el reciclaje, con tejidos hechos con empaques de golosinas, es un textil que usted lo ve y que no piensa que es papel, parecen hilos de plata, pero es papel y muy durable”, explica entusiasmada.
Catalina tiene planes de seguir elaborando piezas de materias primas que quizá para otros puede ser desecho, pero para ella tienen una segunda oportunidad en el diseño de modas.
La joven quiere seguir creciendo e impulsar más la marca, planea hacer otra colección de tejido reciclado y a un futuro consolidarse en el mercado.
Su anhelo es tener una tienda en línea y mudar su taller a San Salvador y por supuesto exportar, porque asegura que sus piezas pueden mostrar la cultura del país a través de los tejidos, reflejar parte del patrimonio salvadoreño, pero con un toque moderno.
Además de difundir la cultura, Catalina se siente satisfecha que con sus dos emprendimientos ha podido generar al menos diez empleos directos, la mayoría para mujeres de la zona rural de Sonsonate, y a ellas las quiere seguir apoyando.
“Yo sé que si crece la marca, van a crecer las oportunidades de dar un empleo digno a mujeres, sobre todo del área rural, eso me da mucha satisfacción y quiero seguir generando para ellas mejores opciones de trabajo”, explica.