Cynthia es una joven pintora que tras perder su empleo producto de la pandemia ha hecho de su arte una forma de emprender y se las ingenia con espectaculares obras de arte que plasma hasta en aretes, arte portable le llama, y su peculiar trabajo cada día conquista más espacios.
Instragram: @cynthia.serrano_
Facebook: Pcynthiaserrano
Cynthia la menor de tres hermanos, creció en un mundo de colores y pinceles, siempre tuvo lápices para hacer trazos y dibujos y ya de adulta, pintar se convirtió en su escape tras agotadoras jornadas en un empleo como diseñadora de producto artesanal.
La joven laboraba en una empresa textil como encargada del departamento de Desarrollo del Producto en jornadas de siete de la mañana a seis de la tarde y por la noche se encerrada a pintar hasta entrada la madrugada.
Tanto pintura abstracta como figuras de animales o humanas colmadas de vivos colores inundaban su mundo y fue uno de sus cuadros que pintó para su esposo allá por 2016, lo que la hizo descubrir que podía generar ingresos a partir de su talento.
“Llegaba a mi casa y pintaba de 9:00 p.m. a 1:00 a.m. dependiendo si tenía o no algún encargo, mucha gente comenzó a pedirme que pintara a sus mascotas o cuadros personalizados y por eso es por lo que tenía trabajo durante las noches, el que disfrutaba al máximo”, cuenta la talentosa artista.
Así, esta joven mamá de Eduardo de siete años, se dedicó a combinar su trabajo como diseñadora de producto artesanal en la industria textil con su arte, sin saber que más tarde este pasatiempo la ayudaría a enfrentar la crisis.
En 2020 y producto de la pandemia, Cynthia perdió su empleo y aunque al principio se sintió derrumbada encontró en sus pinturas y pinceles las herramientas para salir adelante.
Pronto la joven descubrió que emprender a través del arte le traía no solo ingresos, sino otros beneficios como compartir más con su hijo y con su esposo, y además le permitió mostrar su inigualable talento de manera más formal.
Una artista en busca de espacios
Aunque reconoce que no ha vendido como quisiera, lo que más la enorgullece es que quienes han comprado, han valorado su trabajo como artista.
“Vivir del arte no es fácil, mucho menos en este país, los primeros meses me fue mal, yo estaba acostumbrada a recibir un salario mensual, aunque pagué todas mis deudas fue difícil no recibir ingresos fijos, pero Dios me ha dado una bendición y poco a poco le voy sacando provecho y la gente va aceptando lo que hago, incluso en cuarentena me compraron bastante”, cuenta emocionada.
Acrílico y técnica mixta, en la que usa diferentes materiales para que las obras puedan “sentirse” no sólo a través de la observación, sino del tacto y generen una reacción, son parte del trabajo que realiza Cynthia.
Convencida de que debe ir paso a paso, se las ha ingeniado para introducir en su obra la idiosincrasia del salvadoreño y ha introducido en sus piezas elementos que apelan a la nostalgia y el orgullo de haber nacido en El Salvador.
“Lastimosamente el salvadoreño no tiene la cultura de comprar arte, así que pronto tuve que añadir accesorios pintados a mano para decirle a las personas que puedan tener arte portable y he tenido muy buenos resultados”, explica.
Aretes con la figura del ave nacional, el torogoz, son las piezas más populares, pero Cynthia Serrano, como también se llama su marca, es una joven colmada de talento que emerge en sus obras, desde cuadros que caben en la palma de la mano hasta piezas gigantescas donde sobresale el color, el brillo y la alegría.
Una de sus últimas colecciones a la que llama “Chuzón” es una colección de pinturas de autobuses típicos de El Salvador, con sus personajes multicolores, sus leyendas y más, que también han logrado gran aceptación.
Cynthia reconoce que, aunque es emprendedora también le gusta autodenominarse artista y que no se veía en mercaditos, aunque agradece la oportunidad de poder mostrar ahí su arte, pero su sueño es exponer en galerías de arte o teatros.
“No se imagina cómo sueño con llegar a una galería, pero es muy difícil si uno no tiene trayectoria, ya los artistas están seleccionados y son reconocidos y de renombre, pero yo anhelo exponer en galerías de arte y hoteles, hace tres años expuse en el teatro de Santa Ana y ese es un gran logro”, cuenta orgullosa. Su próximo paso es la capital.
También anhela que su obra trascienda y llegue a los salvadoreños que viven fuera de su tierra. “Mis cuadros tienen mucho de lo que nos hace ser salvadoreños por eso también sueño con exportar, vender en otros lugares, que los salvadoreños que están fuera se identifiquen con mi arte y lo aprecien”, reitera la joven.