Emprendedora por decisión, carismática, conversadora y con una energía desbordante, así es Rocío Ghattas de Simán, fan número uno de los artesanos y artistas locales a los que defiende y promueve con su iniciativa Yo Hago, centro comercial virtual que realiza un valioso esfuerzo por divulgar el enorme talento y potencial de los emprendedores que hay en el país.
Nacida en San Salvador sus memorias de infancia la llevan a San Vicente, la tierra de la panela y de donde surgió uno de varios emprendimientos que doña Rocío ha experimentado,” Dulces Güiste”, elaborados del desecho de los caramelos artesanales.
Menor de tres hermanas, de niña soñaba con ser maestra y reconoce que fue traviesa y le era difícil mantenerse quieta. Al verla saltar sin reparo para una foto, caminar de prisa, reírse con total libertad y conmoverse hasta las lágrimas por aquellos temas que más le importan, es fácil deducir la enorme sensibilidad que posee.
Casada con Javier Simán, un empresario prominente, y madre de tres hijas, Rocío es una mujer que se casó joven y disfrutó al máximo su rol de esposa y madre, pero un día, cuando ya sus hijas mayores se graduaron, hizo un giro en su vida y comenzó a realizarse en otra de sus grandes pasiones, emprender.
“Llegó mi tiempo, mi momento para hacer algo que me apasionaba, emprender y explorar también ese mundo tan lleno de riqueza cultural, de talento, de gente que hace magia”, contó.
De su familia, asegura, le viene el ADN emprendedor, desde niña se apropiaba de los tomates de la huerta de su tía y los iba a vender. Ya adulta, y con sus tres hijas fue probando todo tipo de emprendimientos.
Ella asegura que primero sus abuelos y después su padre, fueron su modelo de trabajo duro, de esfuerzo y de lecciones que le dejaron a través del ejemplo.
Cada frase que le dijeron sus abuelos y su padre las lleva en su memoria y son como su decálogo para seguir adelante y tener esa personalidad tan energética y ese carisma que contagia de inmediato y que la hace que no exista un No por respuesta ni una excusa para hacer algo.
“Mi padre siempre me dijo, tu no naciste para seguir un patrón” afirma orgullosa, y por eso ella rompe esquemas y estereotipos todos los días, no se presta a la crítica, porque está segura que lo que hace, apoyar a emprendedores, le permite devolver todo lo que la vida le ha dado a ella.
“Mi padre me enseñó que hay que retribuir lo que uno recibe, la grandeza del ser humano no está en lo material, no hay que ser egoísta, hay que fertilizar la grama del vecino, ayudar a otros a crecer”, dice convencida.
Como emprendedora desde siempre entendió que el trabajo dignifica y que los pequeños emprendimientos educan para la vida y es un conocimiento y experiencia que transmite a sus hijas.
“Siempre las involucré en mis emprendimientos y lo disfrutábamos juntas, mi idea era que aprendieran lo que yo aprendí de mi padre, que solo trabajando duro se puede alcanzar cualquier sueño”, contó doña Rocío.
También vendió paletas en el colegio de sus hijas, que ella misma elaboró, piezas de madera y café, entre otros negocios.
El último de sus emprendimientos es una marca de zapatos artesanales de su hija menor, que ya están colocados en una tienda. Y con orgullo narra cómo la más pequeña de sus hijas se involucra de lleno y cada día crece más como empresaria.
Rocío Simán reconoce que, entre tantos emprendimientos, a veces, muchas veces, se equivocó, pero eso no la detuvo porque cada error fue solo un aprendizaje y destaca la “magia” de su aliada Alhena Masferrer, la más cercana de sus colaboradoras, quien la apoya y le ayuda a encontrar siempre una salida ante cualquier tropiezo.
Doña Rocío, como es conocida por su marca de café, también es amante de los caballos, sus consentidos son Apache, Condesa, Cometa y Sultán, posee además siete perros y un gato.
El nacimiento de Yo Hago
Yo Hago es una iniciativa creada y liderada por doña Rocío que reúne a más de 2,000 emprendedores que continuamente tienen la oportunidad de capacitarse y exponer sus productos en ferias y mercaditos. Se creó luego que un grupo de mujeres de la Asociación Aurora le solicitaron apoyo para divulgar sus proyectos.
20 mujeres de esa asociación participaron en la primera feria organizada por Yo Hago y desde ahí el trabajo no paró. Han organizado más de 40 ferias, las últimas son virtuales debido a la pandemia, han capacitando a cientos de emprendedores en temas como la presentación de sus productos, la formalización de sus negocios, cómo organizar sus finanzas y hasta cómo exportar, las principales necesidades que según doña Rocío, enfrentan los emprendedores.
Yo Hago también ha realizado dos Encuentros Nacionales de Emprendedores, Artesanos y Artistas y el incasable trabajo de doña Rocío y la directora de la iniciativa, Alhena Masferrer, no para.
Hoy ambas se dedican a “cazar” emprendedores, para mostrarle al país el enorme potencial que hay, la creatividad y las habilidades de hombres y mujeres que crean productos y servicios que, sin duda, confirman, pondrían en alto el nombre de El Salvador. Ese mundo de los emprendimientos que ya se convirtió en una de sus más grandes pasiones, le ha dejado enormes enseñanzas. “Los emprendedores son gente luchadora, que se levanta a las cuatro de la mañana, que inventa, que innova, que se equivoca pero se levanta rápido, son el mejor ejemplo de lo que estamos hecho los salvadoreños, de ganas, de fuerza, de empeño, de creatividad”, detalla orgullosa.
Ella misma se confiesa una aprendiz y asegura que la mujer que hoy es, realizada y feliz, se lo debe a la “universidad de la vida” y a toda esa gente con la que se cruza todos los días y que siempre le enseña algo nuevo.
Ella, que recorre las ferias y conoce por nombre y apellido a decenas de artistas y artesanos, asegura que nunca deja de sorprenderse por el enorme talento que encuentra, pero está convencida que hace falta mucho camino por andar, para enseñarles a manejar mejor sus finanzas, crear mejores empaques, usar el comercio electrónico y formalizarse, lo que les ayudará a crecer.
Para ella los emprendedores son una ventana desde donde se puede observar la riqueza cultural del país, son gente que está rescatando materia prima, frutas, hortalizas y otros recursos a los que ya nadie les prestaba atención y transformándolos en piezas de un valor incalculable.
Vendedores de mermeladas, café, ropa, artesanías y productos de cosmética natural, de piezas en tela, artistas del cuero, la madera o el pincel, entre tantos otros son para doña Rocío un tesoro que debe impulsarse y apoyarse porque además de promover nuestras raíces son el motor de la economía local y del país. Uno de sus sueños es seguir cautivando a otros, empresarios, patrocinadores y salvadoreños en general, de ese potencial que tienen los emprendedores, para que puedan cada día conquistar más espacios. “Mi anhelo es seguir contagiando talento, romper la barrera del yo no puedo, hacer que muchas más personas se animen a creer en si mismas a echar a andar sus proyectos, todo comienzo es difícil pero siempre, siempre se puede salir adelante, no importa si es hombre o mujer, el sueño comienza en la mente y de ahí no hay quien lo pare”, concluye.