Ubicado en la ciudad de San Miguel el restaurante Torolomo ofrece 16 variedades de hamburguesas, ocho tipos distintos de carnes y salsas con ingredientes secretos que conquistarán su paladar de inmediato, pero sobre todo, es un espacio donde la sazón más importante la ponen sus propietarios, Antonio y Verónica, dos jóvenes migueleños que apuestan por el trabajo duro y el compromiso de ofrecer más que un delicioso platillo, una experiencia.
Instagram: @torolomosv
Facebook: Torolomo
Verónica Gamero de 27 años y Antonio Reyes de 35 son novios desde hace seis años y socios fundadores de Torolomo desde hace cuatro años. Ella es licenciada en Relaciones Internacionales y él Chef. Pero ambos comparten el gusto por la gastronomía y el servicio al cliente, y desde siempre tuvieron claro que querían montar su propio negocio.
Con los ahorros de ambos invirtieron en unas cuantas bancas de madera, tomaron una vieja parrilla, herencia de sus padres y la joven pareja se lanzó a emprender, ayudados por la muy querida niña Tony, la madre de Antonio, quien es abogada de profesión, y montaron el negocio de comida en la parte trasera de la casa familiar e iniciaron ofreciendo dos tipos dos tipos de hamburguesas.
“Yo me metí a la cocina, y entre los dos y junto a mi mamá, le pusimos todas las ganas del mundo, haciendo de todo. Mi novia no le importó a pesar de tener una carrera ponerse a “meserear”, mi mamá lavando platos y yo adobando y cocinando, todos felices de darle con todo al proyecto”, recuerda Antonio.
El joven había visto a sus padres mantener un negocio del rubro por más de dos décadas, y además de creer que también quería algo propio, estaba convencido que su proyecto no solo debía servir deliciosa comida, sino incluir otros elementos que hicieran que los comensales regresaran y sobre todo, los recomendaran.
Ambos trabajaron no solo para ampliar el menú sino también para hacer crecer sus sueños. Hoy ofrecen 16 tipos diferentes de hamburguesas, incluidas veganas-, ocho tipos distintos de carnes con adobos únicos, salsas con secretos particulares y recetas propias de bebidas naturales.
Pronto montaron un rinconcito donde además de exquisita comida se puede conversar y pasarla bien.
“Torolomo es más que un restaurante, pues ofrece una experiencia de buen comer. Parte de los secretos es la exquisitez, los sabores que tenemos, las salsas y las preparaciones que no se van a encontrar en ningún lado, porque partimos de la materia prima, generamos los procesos hasta finalizar con los que nosotros queremos, hay un proceso de ahumado de catorce horas, por ejemplo-, por ello todo ese amor y ese cariño con lo que lo hacemos es nuestro punto diferenciador”, explica el joven empresario.
Torolomo salió de la casa familiar y se ha convertido en un local establecido en San Miguel, pero conserva la parte acogedora con la que comenzó.
El negocio ahora cuenta con una planilla de empleados fijos y eventuales y se atiende a un número de clientes creciente, cada día la pareja de entusiastas migueleños tiene grandes planes y aunque están conscientes que el país vive una crisis política y económica, ellos aseguran que están concentrados en trabajar y crecer para mejorar las condiciones tanto de sus familias como las de sus colaboradores, así garantizar una mejor calidad de vida y ser un soporte en la sociedad migueleña.
En cuarentena y a toda marcha
Curiosamente Antonio y Verónica fueron parte de los llamados “encuarentenados”, ya que ellos venían de un viaje de México cuando el Ejecutivo decretó confinamiento para todos los viajeros que entraban al país, lograron entrar en el penúltimo vuelo permitido y fueron enviados 32 días a un centro de contención en Chalatenango, pero desde ahí dirigieron el restaurante.
En sus teléfonos móviles les caían los pedidos y ellos se comunicaban con sus colaboradores en San Miguel para que el restaurante supliera los platillos. No pararon ni un solo día, a pesar de las circunstancias, el estrés sicológico y emocional que causaba la incertidumbre en su encierro.
“Salieron muchos deliverys y eso nos ayudó, los clientes nos llamaban, hacían los pedidos al teléfono y mandábamos la orden al restaurante. Tenemos la dicha de contar con personas sumamente preparadas para que puedan hacer todo, y desde ahí operamos los 32 días que estuvimos encerrados y luego, al pasar 15 días más en cuarentena domiciliar”, cuenta Antonio.
El joven asegura que sus colaboradores son considerados una familia en la empresa, y la fidelidad de sus clientes les ayudaron a mantenerse a flote y no perder la esperanza de seguir operando en cuanto se diese la reapertura económica.
Verónica y Antonio tienen grandes planes, uno que los tiene entusiasmados es la pronta apertura de una nueva sucursal de Torolomo que estará ubicada en la ruta al volcán Chaparrastique. Los jóvenes ofrecerán la calidad de sus alimentos y la combinarán con tours guiados al cráter del volcán.
“Ya estamos haciendo tours hacia el volcán, son subidas de dos a siete horas, dependiendo de la resistencia, se camina alrededor del cráter, con una vista espectacular de nuestro Oriente, se puede ver San Jorge, Chinameca, Laguna del Jocotal y más . Queremos que nuestros clientes y amigos exploren la naturaleza y respiren aire puro a 25 minutos de la ciudad de San Miguel y además, se detengan a disfrutar de un rico plato de comida”, explicó Antonio.
Además, también están apostando a La Cafetería, un emprendimiento hermano creado por Verónica que ofrece postres y café gurmé.
El siguiente paso para ambos es llegar a otros departamentos, pero es algo que se tomarán con calma. “Ya no tenemos ese miedo que teníamos de preparar a las personas y fidelizarlas a la marca y el paso a San Salvador, Santa Tecla, Antiguo Cuscatlán, sería un proyecto a futuro, pero vamos poco a poco. No somos una franquicia todavía, nos falta aprender, cómo mantener las calidades y la esencia de nuestro servicio, logrando fidelizar a más comensales”, cuenta el joven migueleño.
Tanto Antonio como Verónica están satisfechos y agradecidos del camino andado, tienen grandes ideas y proyectos, sin embargo, lamentan los obstáculos que hay en el país para montar un negocio, pero creen que con esfuerzo pueden llegar buenas oportunidades para emprender y hacerlo es una apuesta que muchos jóvenes en el país deberían considerar.
“Yo creo que hay que aprender a trabajar para uno mismo desde niños, no nos educan a que sí se puede trabajar por algo propio. Yo siempre he creído que si no nos aventuramos no vamos a lograr nuestros sueños, este es un esfuerzo que se hace de menor a mayor, requiere mucho trabajo duro, pero la recompensa, la satisfacción y el amor que le agarras a tu marca y al pedacito de tierra que estás transformando es enorme”, concluyó el joven.