Fundada hace 70 años, Panificadora Única ofrece una gran diversidad de productos que distribuye en doce de los catorce departamentos del país. A cargo de dos de las hijas de su fundador, ha crecido exponencialmente y salido airosa de varias crisis gracias a una mezcla de perseverancia, trabajo duro y pasión.
Panificadora Única nació en 1950 y hoy sigue siendo una empresa sólida y en franco crecimiento y el legado que dejó uno de sus fundadores, Nicola Cicchelli de origen italiano, va más allá de una industria próspera.
Nicola se inició en el negocio con tan solo 18 años, primero como colaborador de los fundadores: su hermano Giusseppe Cicchelli y el suegro de este, Antonio Riccio, se enamoró de la industria de las harinas y tiempo después se convirtió en propietario. Junto a su esposa Carmen Aieta de Cicchelli, de origen italiano también, y como un gran pilar de apoyo, sacaron adelante la panificadora con mucho sacrificio y dedicación.
La panadería que comenzó con pocos productos fue creciendo de manera exponencial y don Nicola fue un hombre visionario que pronto encontró en el pan una industria con mucho potencial e innovó desde el día uno, ofreciendo productos únicos como las flautas, el pan de aceite (receta italiana), los palitos y otros.
Don Nicola Cicchelli y doña Carmen Aieta tuvieron cuatro hijas: Alessandra, Valeria, Mariana y Daniela, a las que introdujeron desde niñas en la empresa, inculcándoles lecciones invaluables, no solo de panadería, sino de la vida.
Alessandra recuerda a su padre como un hombre generoso y luchador nato que siempre apostó por el negocio y sus colaboradores y cómo la empresa enfrentó varias crisis, sobre todo durante la guerra.
La continuidad del legado
Hace 23 años, Alessandra Cicchelli, la hija mayor de don Nicola llegó a colaborar a la empresa fundada por su padre, con tan solo 26 años y recién graduada de odontóloga se involucró en el negocio para aprender y así asegurar el legado de la empresa.
Aunque desde niña había visitado la planta de producción de la panadería junto a sus tres hermanas para jugar con las harinas y comer pan a hurtadillas, asegura que ese empleo representó un desafío y se comprometió en aprender todo lo que le fuese posible.
Guiada por don Nicola, su padre, Alessandra y más tarde su hermana Valeria fueron incorporándose en cada una de las funciones y de él aprendió que antes de dirigir debía conocer muy bien cada proceso, así que literalmente se puso manos a la masa. Conoció de harinas y de masas, aprendió a hacer pan, diseñó rutas de distribución y aprendió a tratar con los clientes que son la razón de ser del negocio.
De su padre, asegura, aprendió todo lo que sabe del proceso de producción y de su madre las labores de administración y se apasionó tanto por la industria que ya no ejerció más su profesión de odontóloga.
Para ella, todo lo que aprendió tenía un propósito, porque cinco años después de haberse empleado, su padre falleció y su madre delegó en ella y en su hermana el negocio.
Alessandra tenía 31 años y asumió como gerente general de la panificadora y se comprometió a cuidar y hacer crecer el legado de sus padres.
Su mayor orgullo es que siguen conservando clientes y colaboradores muy comprometidos desde el inicio de la empresa. Pese a todas las crisis, la panificadora se ha mantenido a flote.
Aunque asegura que han sido 23 años de aciertos y errores, se siente orgullosa de lo que han construido, aumentado el catálogo en más de 300 productos y diversificando el negocio. Ahora ofrece también pasteles, catering, comida a la vista y hasta desayunos sorpresa.
Lo empresaria afirma que cada paso que da está guiado por Dios y por todas las enseñanzas que su padre le dejó y la huella que él plantó es tal, que cada día es un desafío, no solo a nivel empresarial sino humano.
“Mi papá siempre nos decía que no había que darse por vencido por nada, y que uno puede hacer todo lo que uno quiere si tiene la voluntad, y a nosotros nos enseñó a ver a toda la gente por igual. Una de las lecciones que más me impactaron es que era un hombre muy empático, se ponía en los zapatos del otro y desde que él murió siempre escuchó cosas buenas sobre él: que era muy bondadoso y muy entregado”, cuenta Alesssandra, quien es madre de dos hijas de 22 y 17 años.
Aunque ni ella misma lo note, aprendió bien las lecciones, pues su oficina es de puertas abiertas y sus colaboradores confían en su liderazgo. Ella está convencida que es necesario que ellos se sientan apoyados.
Además ha sido tan cercana a sus colaboradores que en plena pandemia se levantaba de madrugada para recoger en su propio vehículo a los que viven por su zona y llevarlos hasta la planta.
Durante la pandemia las ventas cayeron hasta un 75% en el mes de mayo y en el resto de meses a la mitad, Alessandra y su familia decidieron que no harían despidos, tampoco bajarían salarios, sino que al contrario, mantendrían a todos sus colaboradores trabajando con ellos, por lo que buscaron formas de bajar costos sin afectar salarios.
Trabajaron mano a mano con cada uno de sus colaboradores, no solo yéndolos a recoger sino ejecutando a la par de ellos cada tarea que fuera requerida. Aquellas lecciones que sus padres les enseñaron las echaron a andar una a una.
“Yo llegué a hacer hasta 50 domicilios diarios en mi propio vehículo, fui a colonias o zonas en las que nunca había estado, pero si queríamos mantenernos a flote, había que hacer lo que fuera”, cuenta.
Alessandra asegura que el compromiso y el trabajo duro de los 100 colaboradores fueron clave para que la panificadora, aúnque tuvo pérdidas no paró su producción y se mantuvo a flote. Alessandra está consciente que ese compromiso se derivó de la misma mística de trabajo que mostró ella y el resto de los miembros de su familia.
Hoy día la panificadora provee a hospitales, supermercados y varias instituciones de Gobierno. Según la gerente general en promedio en la panificadora se consumen al mes unos 400 a 500 quintales de harina.
También posee dos salas de venta y entre sus planes está ampliar la capacidad de una de ellas.
La empresaria asegura que quiere continuar creciendo, no descarta exportar algunos de sus productos a futuro y está convencida que continuarán expandiéndose, porque cuentan con un equipo de colaboradores comprometidos con la empresa.
Para ella se vienen tiempos difíciles y para cualquier empresario es importante revisar minuciosamente cada costo, reinventarse y buscar qué producto quiere el cliente, enfocarse en el mercado cautivo y trabajar duro.