Ana Ruth es hábil con sus manos, sabe más de una docena de técnicas artesanales que le han permitido generar ingresos por los últimos doce años. Sin embargo, casi todo lo que sabe está enfocado al rubro de eventos y la pandemia frenó por completo los pedidos, pero Ana no se rindió. Ese es su principal talento, la persistencia.
“Mi vida ha sido de subidas y bajadas, pero siempre me he mantenido a flote”, dice orgullosa Ana Portillo de 50 años, una emprendedora que ha sabido enfrentar varias sacudidas que la vida le ha dado y siempre ha permanecido en pie.
No logró terminar su carrera de mercadotecnia en una universidad privada porque los ingresos no daban para más, luego tarde se casó y llegó José Antonio, su único hijo. Se dedicó a cuidarlo y a las labores del hogar.
Pero cuando el niño tenía apenas diez años, su esposo perdió el empleo y se quedaron sin ingresos. Ambos decidieron que buscarían la manera de salir adelante. Él se dedicó a vender pan y a lavar carros y ella, a revisar revistas “paso a paso” para aprender manualidades.
Primero comenzó con la filigrana y para no gastar, en lugar de comprar las tiras de colores, compraba papel bond y ella misma las cortaba. Su esposo le hizo una improvisada aguja y ya con eso, hizo sus primeros pininos en filigrana. Más tarde innovó con cuadros, sobres decorados y tarjetería, con esta delicada técnica.
No tenía ni sabía de Internet, así que las revistas que compraba le servían para ser autodidacta. Luego probó con la tarjetería, pero tampoco tenía dinero para moldes, tijeras especiales o cortadores. Entonces ella misma dibujaba las figuras y elaboraba una a una cada pieza.
Hoy, los callos en sus manos y la dificultad en su visión, son el reflejo de aquellos primeros esfuerzos.
No había redes sociales, así que Ana y su esposo recorrían a pie toda la ciudad de Santa Tecla, ofreciendo en cada librería o tienda los productos que Ana elaboraba hasta entrada la madrugada.
Cuatro años le tomó a su esposo encontrar de nuevo empleo y fue Ana quien en su mayoría sostuvo el hogar. Aprendió a ingeniárselas para improvisar herramientas y gastar lo mínimo a la hora de elaborar sus productos y poco a poco, fue innovando y mejorando cada pieza que hacía.
“No tener dinero te hace más creativa, agarraba ansiedad porque llegaban encargos y no había dinero para los materiales, pero lo poquito que entraba lo iba invirtiendo y como soy medio perfeccionista, pues quería entregar siempre algo bien hecho”, contó.
Con los años se hizo especialista en decoración de eventos. Centros de mesa para piñatas, baby shower, bodas, quince años y más, además de tarjetería, buzones, sobres decorados y todo lo relacionado con las fiestas le dio ingresos por más una década.
“Hubo un momento que ya no necesité ir de tienda en tienda, caminando por largas horas para pedir que me compraran, ya que la conocía y me hacían pedidos de hasta 50 tarjetas de un solo o de 25 sobres, buzones por montones, una época de subida, digo yo”, cuenta la emprendedora.
Sin embargo, como a muchos, la pandemia también la golpeó y ya para abril tenía cancelados todos los pedidos.
“Al principio no me angustié, buscábamos con mi hijo cómo entretenernos y lo vi, como veo las cosas, una época de bajada que ya iba a pasar, pero en agosto mi esposo perdió el empleo y ahí sí ya me afligí”, explica Ana, originaria de Santa Tecla.
Consiguió un empleo temporal, cortando mascarillas, pero no le daba para mucho. Así que de nuevo se las ingenió para buscar formas de ganar dinero.
“Sabía que ya no iba a tener encargos de nada, ninguna fiesta, ni boda, ni nada. Entonces tenía que pensar en otro producto y lo mío son las manualidades, entonces no dormía pensando qué hacer que se pudiera vender en tiempos de pandemia”, comentó.
De las revistas pasó a los tutoriales de YouTube y otros sitios en línea para intentar de nuevo, otras formas de generar ingresos, porque más que antes, era urgente generar dinero.
Ahora ya tiene su propia página de Facebook “Detallitos Especiales”, pero reconoce que le falta innovar más en ella y trabajar para actualizarla, porque la pandemia dejó esa nueva forma de venta.
También se enteró de los cursos que ofrecía Santa Tecla Emprende que organiza la alcaldía y se inscribió en dos, y de los dos, está a punto de graduarse.
Ya ha aprendido decoración de botellas con yute o pintadas, figuras en foamy, decoración de tejas, tarjetería con pinturas y más, y hoy ofrece también figuras para decorar el hogar, hechas a mano.
“No he vendido casi nada, pero tengo esperanza que se va a vender, estoy combinando la filigrana 3D con la pintura en las tarjetas y voy a probar con el decoupage en las botellas mientras me compran de nuevo los sobres o las tarjetas de filigrana. Algo se va a vender, la cosa es ser positivo”, dice.
Ana reconoce que ser emprendedora no es fácil pero vale la pena, porque da cierta independencia y se siente un enorme orgullo que fruto del esfuerzo propio se logren cosas.
Por ejemplo, ella ha logrado con ayuda de su esposo montarle un pequeño taller de sublimación a su hijo. Está en la casa de la familia, pero quieren apoyarlo, porque en él también corre la vena del emprendimiento.
“Quiere algo propio y él ha visto que si se trabaja duro, se gana. Yo le digo eso que la vida es subes y bajas, yo a veces me pregunto cuándo llegará la estabilidad, pero quizá es mejor así, subidas y bajadas, porque eso lo llena a uno de ganas de luchar, seguir en el esfuerzo sin tanta pausa”, reflexiona.
Ana recomienda a quienes quieran emprender que no se rindan en tiempo de vacas flacas. “Lo que hay que hacer en tiempos de crisis es seguir motivadas, yo tengo un grupo de amigas que nos damos ánimo unas a otras en un chat, eso hay que hacer, rodearse de gente positiva, pensar que solo es temporada de bajada y ya vendrá el tiempo bueno, solo ser paciente y no dejar de luchar”, agrega.
Para ella, el apoyo de su madre también ha sido vital para seguir adelante. “Mi mamá ha sido un apoyo incondicional para mí, es mi ejemplo a seguir ya que ella ha sido una mujer luchadora es el pilar de nuestra familia que siempre ha estado en las buenas y en las malas conmigo”, comentó Ana, quien tiene tres hermanas más.
También es clave trabajar en algo que lo haga feliz, capacitarse, innovar todos los días y sobre todo entregar un trabajo de calidad que haga que los clientes regresen.