El gasto estatal y la deuda se han elevado mientras los ingresos han bajado sustancialmente. Así se resume la situación fiscal que atraviesa El Salvador, la cual halla entre sus factores la caída del empleo y la baja en las exportaciones debido a la paralización de la empresas, del comercio y otros servicios desde como medida sanitaria para contener el Covid-19.
Las cifras oficiales sobre las condiciones en que está la economía nacional ofrecen ese panorama desalentador. El último Informe Económico de la Asociación nacional de la Empresa Privada (ANEP) basado en datos del Banco Central de Reserva (BCR) proyecta que los ingresos tributarios del Estado habrán caído en un 14 % al cierre del presente ejercicio fiscal si se mantiene el comportamiento registrado entre marzo y junio.
En resumen, al cierre del año el país dejaría de ingresar $678 millones, según estimaciones contenidas en el informe.
Solo en junio cayó un 11 % el ingreso tributario en general si se compara con junio de 2019 cuando ingresaron al fisco $2,617 millones.
Si se ve en detalle, la recaudación del Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) en abril pasado se tuvo una caída del 19 % con respecto a abril de 2019; en mayo fue del 32 % y en junio del 20 %. Con este comportamiento, específicamente el registrado entre marzo y junio, permite proyectar una caída
del 12 % a diciembre de este año, lo que implicaría una reducción de $248 millones en la recaudación por este concepto.
Respecto al comportamiento en ese mismo período del ingreso por Impuesto Sobre la Renta (ISR), la caída sería a diciembre de este año del 16 %, es decir, $297 millones menos.
Gasto se eleva como espuma
Mientras el país experimenta una reducción en ingresos tributarios por otro lado tiene un gasto elevado desde marzo, cuando comienza el encierro de los ciudadano por la pandemia. Por ejemplo, en abril se disparó en un 68 % si se compara con el gasto registrado en abril del año pasado.
En mayo, el incremento en el gasto corriente fue del 22 % mientras que en junio alcanzó el 38 %.
El déficit fiscal del paìs es preocupante, sobre todo si se ve las fuentes de financiamiento para cubrir ese hoyo, entre ellas créditos, deuda adquirida a través de decretos legislativos para la emisión de LETES y para autorizar préstamos con organismos financieros internacionales como el FMI, BCIE, Eurobonos y BID, todos hacen un total de $3,560.9 millones.
Si se ve el déficit fiscal por el lado de los usos (déficit presupuesto de la nación aprobado para 2020, gasto público y financiamiento a alcaldías por Covid-19, y la disminución de ingresos tributarios etc) el déficit fiscal alcanza los $3,612.3 millones, lo que comparado con 2019 se incrementa en cuatro veces.
El gasto versus ingresos es preocupante. Solo en materia de exportaciones totales y partiendo del comportamiento registrado entre marzo a julio, en este rubro se tendría pérdidas del 31 % al cierre del año, lo que significa que a diciembre se tendría una reducción arriba de los $1,800 millones.
Según Waldo Jiménez, no es cierto que la pandemia tenga que ver con la caída de las exportaciones, y eso se comprueba en que solo El Salvador
registra una tasa de crecimiento interanual de enero a mayo del 23.6 %, mientras los demás países de la región tienen tasas de crecimiento altas. Un ejemplo es Guatemala, que registró una tasa del 14.1 %.
Pero para ANEP todavía es tiempo de hacer que resucite la economía y esto pasa por las políticas públicas que se adopten desde las distintas instancias de gobierno (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, alcaldías) pero tambièn las acciones que se tomen desde el sector privado a través de gremiales, empresas y fundaciones.
Otra de las claves es las alianzas entre sector privado y las instancias de gobierno; así como empujar una agenda digital para facilitar la productividad
y el desarrollo del país con iniciativas legales, formación de talento digital, impulsar el comercio electrónico, todo a fin de embarcarnos en la ruta que
siguen otros países desde hace años.